El dudoso honor de provocar la primera huelga de la historia

No tengo claro si lo que os voy a contar hoy es un consuelo o un motivo más de desesperación. Mirar al pasado y ver los mismos problemas del presente tiene ese problema: es inevitable la sensación de ver la humanidad como una especie emperrada en tropezar tropecientas veces con la misma piedra.

Y si no, mirad lo que sucedió un 14 de noviembre del año 1152… ¡antes de Cristo! La imagen que tenemos de Egipto es la de un pueblo sometido completamente a la voluntad del faraón; incluso existe la creencia que sus grandes monumentos fueron construidos por mano de obra esclava. Pero la realidad era muy distinta, como demuestra lo que sucedió tal día como hoy. Ese día tuvo lugar la primera huelga de la historia. O al menos la primera de la que tenemos constancia.

Durante el reinado de Ramsés III, los artesanos que estaban trabajando en la necrópolis real en el Valle de los Reyes, después de 18 días recibiendo unas raciones inferiores a las prometidas, dijeron basta. También parecía haber un descontento porque había indicios de que nos les llegaba su cuota de harina y aceite por un tema de corrupción funcionarial. Qué sorpresa, ¿eh?

Contrariamente a lo que podríamos esperar, la solución del faraón no fue mandar a sus soldados para reprimir a los agraviados. De hecho, justo lo contrario, escuchó sus demandas y ordenó que se corrigiera la situación inmediatamente.

Así que cuando tu cuñado te diga que las huelgas nunca sirven de nada, le dices que, sin huelgas, los faraones se habrían quedado sin tumbas.

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