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'Solo', la lucha agónica por sobrevivir

Álvaro Vizcaíno permaneció 48 horas solo en una isla. Luchó por la vida y contra la soledad. Ahora Hugo Stuven lleva su historia a los cines.

Filmax Prensa

Madrid

En 2014, cuando iba en busca de la ola perfecta en Fuerteventura, Álvaro Vizcaíno cayó por unos acantilados en Fuerteventura. Tras este accidente, permaneció durante 48 horas en una isla desierta: sin teléfono, sin comida y sin agua. Tenía la cadera rota en tres sitios distintos y una herida profunda en su mano derecha. En aquel momento comenzó su lucha más agónica por sobrevivir. Y lo que fue más duro, por escapar de aquella soledad.

'Solo', la agónica lucha por sobrevivir

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Esta historia fue durante mucho tiempo la “batallita” que Álvaro contaba a amigos y conocidos cuando se reunían para cenar o tomar unas cervezas. Pero una noche, su batallita se hizo historia y se concretó en una película que ya está en cines. Una noche, cenando con Hugo Stuven (Anomalous), le contó su historia y el director no dejó de darle vueltas a lo que le había removido. Llamó a Santiago Lallana, co-guinosta de la película y empezaron a crear Solo

Lo que realmente atrajo a Hugo Stuven de la película fue el proceso de “supervivencia emocional” que atravesó Álvaro Vizcaíno en aquella cala.

La historia

Tras caer, Álvaro Vizcaíno valoró su situación: “Estaba totalmente angustiado y quería salir de allí. Pero la realidad era tan brutal, un sitio muy inhóspito, imposible llegar, sin navegación, impedido… Entonces realistamente, analizando posibilidades decía ‘de aquí no salgo’”. Sin embargo, una fuerza interna, el espíritu de supervivencia; le empujó: “te das cuenta de que tienes diez veces más fuerza de lo que pensabas”.

Sobre el proceso emocional que atrajo a Stuven, Álvaro explica que en esas situaciones “no te fijas tanto en lo que quieres hacer, sino en lo que te ha faltado por hacer o de lo que te arrepientes”. Esa es una de las cosas que más le ayudó a salir de aquella isla: “Esa fuerza es muy poderosa: volver para cambiar algo”.

Tras 48 horas en aquella isla, Álvaro decidió que al tercer día tenía que salir de aquella situación y se dio cuenta de que solo era posible hacerlo por el mar. Y se sentó en la orilla a esperar una señal. Poco después vio un punto blanco en el horizonte. No sabía si era real porque había sufrido varias alucinaciones en esas horas. Aún así, se lanzó al mar y comenzó a nadar. Hasta dos kilómetros. Cuando le rescataron y le dijeron que venían a por él, entró en hipotermia. “Sentía que estaba jodidísimo y por eso sabía que estaba vivo”, cuenta Álvaro Vizcaíno.

Ahora, cuatro años después y con su historia hecha película, Vizcaíno reconoce que en aquella cala se encontró a sí mismo.

Creación del personaje

“Desde el principio quise que Álvaro estuviera involucrado de una manera o de otra en la película”, explica Hugo Stuven. Por ello, viajó a la isla a localizar los escenarios con él y dedicaron tiempo y esfuerzo a entender la profundidad de su personalidad y lo que sintió en aquella isla.

El mismo trabajo que realizó Alain Hernández (Que baje Dios y lo vea), que da vida a Álvaro Vizcaíno en esta película, y que cuando llegó a la isla, conoció a Álvaro y se acercó a la historia comprendió que la dureza del rodaje iba a ser especialmente intensa en el plano emocional: “Álvaro se abrió completamente y me explicó la relación con los amigos, la familia y con la pareja y pude entender porqué desapareció durante todas esas horas y nadie le echó en falta”.

Aunque la película está basada en una historia real, Stuven y Hernández quisieron añadir puntos ficticios en la historia. Por ejemplo, el personaje de Aura Garrido (El día del mañana), a quien Álvaro cuenta la historia en la película, es inventado. Y es, de alguna manera, el hilo conductor que Hugo Stuven emplea en la película: "Quería coger una constante para el personaje y es el amor. Hay una frase que me gusta mucho, que es ‘nuestras huellas dactilares no se borran de las vidas que tocamos’ y ese es un poco el resumen”, explica el director.

Localizaciones reales

Admirador de directores como Christopher Nolan o Steven Spielberg, Hugo Stuven viajó a la isla, a la cala exacta donde todo sucedió, colgó a Alain Hernández de un acantilado y le lanzó al mar.

“Quería contar la historia desde un lugar de verdad. Que emocionara lo que estamos contando pero también lo que estamos viendo”, explica el director a La Script.

Stuven quiso aprovechar la oportunidad de hacer un cine muy orgánico y decidió emplear los efectos especiales para lo estrictamente imprescindible: “Todo lo que se ve en la película es real, incluso los peces que aparecieron inesperadamente”.

Esto complicó especialmente el rodaje. En la filmación de algunas escenas en el mar, Alain Hernández recibió picaduras de una plaga de medusas y tuvo que ser trasladado al hospital. Por eso, explica que la implicación del equipo en la película ha sido increíble: “Yo lo único que quiero es que la gente valore que no hay croma, que todo son escenarios naturales, que esta rodado en el mar. Y es muy complicado rodar en el mar”.

El mensaje de la película

Una película agónica y asfixiante, que lleva al espectador a explorar sus límites y le coloca en la situación de Álvaro. Cuando termina la película, el público se lleva preguntas y reflexiones internas que van más allá de un mero "qué habría hecho yo en esa situación”. Un proceso que el propio equipo de la película ha atravesado.

Alain Hernandez explica que, tras el acercamiento al guión y a la historia de Álvaro, comenzó a pensar “por qué tenemos que llegar a una situación tan límite o tan traumática para darnos cuenta de las cosas que estamos haciendo mal o que simplemente no estamos haciendo. El por qué regalamos abrazos a los amigos y a las personas que más queremos teóricamente, que son nuestros padres o nuestros hermanos y hermanas nos cuesta más”.

Hugo Stuven, que ha creado la película de esta historia y que es quien más cerca ha estado de Álvaro durante el proceso, explica que “te das cuenta de cómo has tocado a la gente en el pasado y piensas qué vas a hacer de aquí en adelante. Entonces al final, estamos aquí, somos insignificantes, es un viaje y hay que intentar hacerlo lo mejor posible”.

Finalmente, el mensaje del propio Álvaro. Que vivió aquellas 48 horas que cambiaron su perspectiva. “Nos pasamos la vida proyectando hacia el futuro. Y quizás en vez de estar mirando cómo deberían ser las cosas, lo que tienes que hacer es darte la vuelta y pensar cómo sería no tener nada, o sea: morirte. Y cómo es la segunda cosa que más teme el ser humano que es la soledad”, explica Álvaro a La Script en su entrevista.

Una película que más allá de las emociones que transmitan las imágenes, está plagada de esperanza y supervivencia. De una lucha consigo mismo y con sus errores del pasado. Una cinta que no deja indiferente y que lleva a hacerse preguntas fundamentales que pueden cambiar tu vida. Como le ocurrió a Álvaro Vizcaíno en aquel septiembre del 2014.

 
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