Maleos de verano
La Tana se plantea este verano como la excusa perfecta para probar aquello que a veces no se atreve.

Getty Images

Madrid
Plantearme el verano sin mis polvos a deshoras no entra en mis planes de futuro. Podré desconectar leyendo de nuevo a Buckowsky aunque solo sea por guarrear en los subterfugios de mi propia sexualidad. Yo, que no me lo sé todo, planteo este verano como la excusa perfecta para probar aquello que a veces no me atrevo. Limando los miedos y buscando con quien compartir, aprendiendo el uno del otro.
Ya no quiero amantes de esos que te rompen el alma cuando llega septiembre y desaparecen de mis sábanas. Mis amantes ya no llegan como una exhalación para descolocarme el paso. Ni siquiera para acelerármelo. Ahora gusto más de pararme a pensar cuánto necesito a mi lado, en mi piel, y entre mis piernas. Cuánto quiero que me den y cuánto estoy dispuesta a dar. Quiero a alguien que sume en vez de restar. Que improvise aventuras de cama, que desgarre prejuicios de alcoba. Que se empeñe en que el sexo de este verano surja de las ganas irrefrenables de querer juntarnos. Que no sea una obligación. Que no sea tampoco una remota posibilidad. Que te dé igual el calor que haga para que me busques hasta encontrarme para dejarme bien claro donde quieres estar.
En verano cambia la vida, cambia el menú, cambian las permisividades. El verano tiene la ventaja de que no necesitas demasiada parafernalia para sentir el roce de la persona con la que te quieres restregar. Sueño con algunos de esos roces tímidos que no pueden evitar subir en intensidad. Dime que si vuelves a encontrarme una noche de este verano, volverás a abrazarme como si no pudieras dejarme escapar. Haz que me crea que necesitas sentir mi respiración, rodeándome muy fuerte con tus brazos, oliéndome el cuello, apretando tu entrepierna contra la mía para que sintamos la sangre apelotonada dispuesta a explotar.
¿Maleamos este verano? Déjame que te enseñe hasta dónde puedo llegar...