Las mujeres saudíes ya pueden conducir
Comienza a aplicarse el decreto que les permite ponerse al volante de un coche
Madrid
Nueve meses ha tardado Arabia Saudí en alumbrar definitivamente, hacer efectivo, el real decreto con el que aprobó la medida. Entonces, cuando en septiembre el gobierno saudí anunció que las mujeres podrían conducir, acababa de aprobarse el derribo de otra barrera: la que les prohibía entrar en un campo de fútbol. Aunque aquello comenzó a cumplirse mucho antes, en enero. Hoy ya pueden también ponerse al volante de un coche.
La medida supone algo más que el hecho de poder conducir en un país en el que el pésimo transporte público dificulta enormemente la movilidad. Las mujeres saudíes debían disponer hasta ahora de un chófer para ir, por ejemplo, a trabajar; pero su elevado coste no siempre lo hacía posible. La consecuencia inevitable era en muchos casos su expulsión del mercado laboral.
"Ir al trabajo, ir a buscar a los niños al colegio, al hospital... a todas partes", contesta a la televisión británica Sky una mujer sentada al volante de un simulador "¿Cómo cambiará esto su vida?" –pregunta la periodista- y ella, emocionada, responde que mucho, mucho mejor será su vida. Conducir significa, por tanto, liberar parte de la renta que algunas destinaban a pagar un conductor pero también ganar independencia y posibilidades de trabajo.
"Quiero conducir un coche, quiero ser independiente, ser capaz de hacer cosas por mí misma y no depender de nadie más", aseguraba Sarah Gouth, una de las primeras matriculadas en las autoescuelas solo para mujeres que comenzaron a abrirse en el mes de marzo. Muchas, como ella, aprendieron a conducir allí; otras, fuera de su país y en los últimos días han acudido a retirar su permiso de conducir saudí mostrando el extranjero.
Modernización... pero no tanto
El decreto para mujeres conductoras viene impulsado por las intenciones reformistas del príncipe Mohamed Bin Salman, quien desde hace unos años pretende la modernización del país. En 2016, Bin Salman presentó el programa Visión Saudí 2030, con el que busca lograr para ese año una reducción de la dependencia de la economía del petróleo. El avance económico obligó al régimen a apoyar un avance social y cultural.
Hace unos meses, por ejemplo, los habitantes de la capital, Ryad, asistieron a la reapertura del cine con la proyección de la primera película comercial en 35 años. Vieron Black Panther, de Disney, una película en que, curiosamente, cuenta con una presencia e influencia de mujeres inusual en el cine norteamericano. Pero el carné de conducir y otros avances no supone en absoluto el fin de las restricciones para las mujeres. En el país todavía rige la tutela del varón, lo que significa que ellas deben pedir permiso para multitud de actividades de su vida cotidiana.
Una mujer saudí no podrá conducir con su coche a donde le plazca sin el permiso de su marido. No puede viajar ni abrir una cuenta bancaria, por lo que podrá utilizar un coche pero difícilmente podrá comprar uno sin la tutela de un varón. Tampoco pueden relacionarse con hombres que no sean sus maridos en cafeterías o restaurantes ni acudir a piscinas públicas en las que también haya hombres. Además, la detención en los últimos meses de varias activistas que luchan por los derechos de la mujer, según ha denunciado Humans Rights Watch, alimenta las dudas sobre la profundidad de las reformas sociales que está dispuesto a abordar Bin Salman.