Fue realista y pidió lo imposible
Pedro Sánchez debe ser una pesadilla para esa derecha a la que la sonrisa de suficiencia, como al propio Rajoy, se le habrá congelado en patética mueca
Fue realista y pidió lo imposible
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Como azucarillo en vaso de agua. Reventó Gürtel, y el Gobierno de Mariano Rajoy, esa roca inmutable, maquinaria perfecta dotada de una colosal solidez, decían sus cantores, se convirtió en finísima arena de playa. Un soplo y se acabó. Murió solo, abandonado por todos excepto un descolocado Rivera, perdido el sitio en una batalla que nunca supo jugar. Si no irrumpe algún perverso juego del destino –los vetustos nos acordamos, qué horror, del tamayazo-, tendremos a Pedro Sánchez, de profesión sus resurrecciones, ejerciendo, desde ya, de presidente del Gobierno de España, pesadilla para esa derecha a la que la sonrisa de suficiencia, como al propio Rajoy, se le habrá congelado en patética mueca. La sesión de la mañana del Congreso estuvo llena de levitas, corbatines y cuellos duros, y en un time-lapse vertiginoso, apareció a la tarde el siglo XXI, con Sánchez, Rivera e Iglesias hablando en contemporáneo, mientras el aún presidente, en un bochornoso espectáculo, departía en el restaurante. Como si la moción no fuera con él. Habló finalmente el PNV, gran suspense, y adiós casino Rajoy, adiós peineta Cospedal, adiós soy el novio de la muerte Méndez de Vigo, adiós corruptos patriotas, adiós caspa, adiós. Y ahora, se preguntan ustedes, ¿ríos de leche y miel? ¿Todos felices como en una comunidad hippy? Mejor dejen el champán y pónganse el casco, que toca sufrir como perros.
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