No vamos a parar de hacerlo
El editorial de Celia Blanco en 'Contigo dentro'
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Getty Images
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Madrid
Esta semana hemos celebrado el día internacional contra la LGTBIFobia. Ocurrió el jueves pasado, el 17 de mayo. Lo celebramos ese día porque el 17 de mayo de hace 28 años la homosexualidad dejó de considerarse una enfermedad mental por parte de la Organización Mundial de la Salud. Esto debería haber servido para que la sociedad internacional hubiera avanzado en tolerancia y respeto, pero para cualquier cosa que se ha intentado, siempre ha habido que pelear muy duro. El matrimonio igualitario llegó a nuestro país en el año 2005. La parte más conservadora de la sociedad entró en bucle, empeñada en paralizar lo que ya fue imparable. Querían que siguiéramos casándonos como Dios manda y para muchos, Dios no mada en nuestras alianzas de boda... El Partido Popular intentó parar la ley del matrimonio igualitario en el Tribunal Constitucional y apoyó con la presencia de sus figuras más relevantes todas las manifestaciones habidas y por haber que la iglesia católica promulgó como si estuviera de homilía. Siete años duró el suplicio de la espera del fallo del tribunal Constitucional, hasta que en noviembre del 2012 por fin se falló a favor de la igualdad.
¿Suficiente? Ni mucho menos. Se supone que el 88% de los españoles se muestran tolerantes con el colectivo LGTBI, pero los delitos de odio han aumentado un 36% en nuestro país. ¿En qué fallamos? En la educación. En el empeño por parte de muchos de que no se eduque en el colegio sobre las diferentes orientaciones sexuales. Basta con que se den una vuelta por cualquier programa en el que se hable del tema para que siempre haya alguien que diga que esa educación deben darla los padres. Ojalá cuando lo dicen mostraran qué debemos hacer con esos padres que humillan a sus propios hijos por no ser heterosexuales o por no haber nacido con una genitalidad determinada. ¿Les parece que exagero? El rechazo familiar multiplica por ocho el riesgo de suicidio entre adolescentes LGTBI y multiplica por tres la frecuencia de que esos jóvenes consuman drogas y alcohol. A nadie le hacen un examen para ser padre. Y serlo no implica ni mucho menos merecerlo.
Celebraremos cada año más alto y con más fuerza todo lo que consigamos en materia educativa y legal para proteger al colectivo no heterosexual. Para cuidar a todos. Para que seamos iguales. Para que aprendamos la magnitud del amor sin ataduras. Ojalá llegue un día en el que el 17 de mayo se celebre el día contra la LGTBIFobia con una gran fiesta internacional en la que festejemos el triunfo de la diversidad.
Evolucionar significa tolerar, aprender y educar. Y no vamos a dejar de hacerlo por mucho que las hordas de ultraconservadores quieran acallar nuestro grito de tolerancia y respeto.