Agredidas por defender los derechos humanos

Madrid

Sandra Peniche es doctora, defensora de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en México, y hace tan solo dos meses sufrió un intento de asesinato delante de la clínica donde trabaja. Un hombre llegó por la espalda y la atacó con un destornillador que iba directo a su hígado, aunque se salvó porque la puñalada no llegó a penetrar. “La policía no quería que pusiera una denuncia. Para desgracia de ellos no tengo miedo. Tengo rabia. Mucha rabia”, expresa.

Pero el de Sandra no es un caso aislado. La violencia que ella describe la viven muchos hombres y mujeres en diferentes partes del mundo. Todos ellos tienen algo en común: son defensores y defensoras de derechos humanos.

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La Iniciativa Mesoamericana de Defensoras de Derechos Humanos acaba de publicar un informe que desvela que, entre 2015 y 2016, se han producido más de 2.000 agresiones a defensoras de derechos humanos en países como El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Nicaragua. Esto es un 30% más que en el período anterior.

Conversamos sobre ello con Marusia López, una de las autoras de este informe; Yayo Herrero, directora de la Fundación FUHEM y miembro de Ecologistas en Acción; Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España y Helena Maleno, periodista, investigadora y el nexo de unión entre el norte de Marruecos y Salvamento Marítimo a través de la ONG Caminando Fronteras.

“Estas personas son agredidas porque suponen un freno a los abusos del poder. A quienes luchan por la defensa del medio ambiente, primero los estigmatizan, luego las autoridades elaboran un marco normativo que permite una ‘legalidad ilegal’ para castigarles y, por último, les abren un expediente para mantenerlos amenazados”, explica Esteban Beltrán.

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Sorprende que las autoridades estatales sean las responsables de la mayoría de estos ataques a las defensoras, agredidas no solo por su activismo, sino también por su condición de mujer: a muchas se las estigmatiza por prostitución, se las amenaza con violaciones o incluso sufren agresiones sexuales. En el peor de los casos, asesinatos.

“Estamos viviendo un momento tremendo donde se criminaliza es la solidaridad. Cuando comportarte con humanidad pasa a ser un crimen, tenemos un problema muy grande civilizatorio”, opina Yayo Herrero.

“Las mujeres hemos sido cuidadoras de la vida muchas veces por imposición patriarcal, pero de esa imposición hemos aprendido. Lo que queremos con la Iniciativa Mesoamericana es que esa experiencia la usemos para protegernos y cuidarnos entre nosotras”, concluye Marusia López.