¿Una universidad arrodillada?

Cristina Cifuentes no ha dimitido. No lo hizo hace 16 días cuando estalló el escándalo, no lo hizo antes de acudir a la Asamblea de Madrid anteayer sin ninguna prueba nueva que demostrara que no le habían regalado el Máster en una Universidad Pública, y no lo hizo ayer cuando se remitió a la Fiscalía la declaración de la presidenta del tribunal que en teoría examinó su trabajo fin de Máster diciendo que nunca la examinó, que nunca hubo tal tribunal y que falsificaron su firma a todo correr en la Universidad Rey Juan Carlos para fabricarle a Cifuentes una coartada que le permitiera decir que defendió el máster sabiendo que, por lo menos con ese tribunal, era mentira.

Empieza el viernes 6 de abril, son las 8 y 1 minuto y Cifuentes no ha dimitido. El PP guarda silencio y Albert Rivera cree que la versión de la presidenta no está desmentida todavía así que Ciudadanos la sostiene por tanto en el puesto a esta hora.

Pocas instituciones representan en España mejor que la Universidad la democratización del país y la igualdad de oportunidades. En los años 80 la llegada masiva a las aulas de los hijos de las clases trabajadoras se convirtió no sólo en un ascensor social, también en una fábrica de conocimiento, en un factor multiplicador de capital humano que hizo a este país dar el salto monumental que ha dado desde la dictadura. Dejándose la piel en horas de trabajo, todos los ahorros y el esfuerzo familiar, los españoles convirtieron las carreras de sus hijos y de sus hijas en el símbolo de toda una vida de esfuerzo y privaciones. Pero merecía la pena porque a las libertades públicas recién estrenadas añadían la libertad que da el conocimiento. Y así hasta hoy cuando, con el nuevo modelo educativo y laboral, el Máster se ha convertido en complemento indispensable de la formación.

No hay derecho a que para intentar sobrevivir al caso Cifuentes, el PP y la propia presidenta arrastren por el fango todo ese esfuerzo y los valores que representan y pretendan esparcir basura a toda la Universidad pública española.

Tan insostenible como la situación de Cifuentes es la de toda la cúpula dirigente de la Universidad Rey Juan Carlos. Hoy El Confidencial cuenta que fue el propio rector Javier Ramos quien llamó al director del máster la mañana en la que eldiario.es publicó el fraude. Le llamó y le pidió que le entregará una acta en tres horas para avalar a Cifuentes.

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Y por cierto, mas allá de declaraciones aisladas, ¿no echan en falta un clamor del resto de rectores exigiendo con urgencia cirugía en esa Universidad para proteger el buen nombre de sus profesores y alumnos honrados, para borrar la imagen insoportable de una Universidad pública arrodillada ante el poder político?