La enésima misa en honor a Puigdemont
Josep Ramoneda sobre Puigdemont, Catalunya, Alemania y Corea del Norte
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La enésima misa en honor a Puigdemont
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Madrid
El Parlamento catalan ha celebrado hoy la enésima misa en honor de Puigdemont, de reconocimiento a los encarcelados y de reafirmación del independentismo. Era comprensible que, después del choque, el independentismo necesitara un tiempo para reciclarse y emprender una nueva etapa. Pero es incomprensible que sea incapaz de capitalizar el regalo que le hicieron los electores el 21-D y formar gobierno ya. No se puede vivir sólo de rituales y proclamas. Aquí se viene a hacer política, ha recordado Iceta. Y hacer política quiera decir recuperar las instituciones autonómicas, gobernar y abrir un tiempo nuevo con las lecciones aprendidas en los últimos meses. El grupo de fieles a Puigdemont, que tienen bloqueado al PdeCat y a la mayoría independentista, y el miedo a la reacción de los sectores más militantes del independentismo, tienen paralizada la política catalana.
Me dice un veterano militante democratacristiano. Si Alemania entrega a Puigdemont tendremos un mártir, si no lo entrega o lo hace con condiciones tendremos a un héroe que puso en evidencia a las instituciones españolas. Con este espíritu y con el gobierno español sólo esperando que le traigan el gran trofeo, no hay salida.
“La respuesta implacable de Madrid contra el movimiento independentista catalán no es la manera de ganarse los corazones y las mentes de los catalanes, o el apoyo de otros europeos”, dice el New York Times, en una editorial. Al tiempo que anima a Alemania, que se ha visto arrastrada en la refriega, a favorecer un gesto conciliador. “Es difícil, dice, que se aplique el delito de rebelión a un político elegido democráticamente que nunca recurrió a la fuerza”. Son cosas que las autoridades españolas no quieren oír, pero que cada vez comparten sectores más amplios dentro y fuera de España. ¿Cuántas veces habrá que repetir que este conflicto solo puede solucionarse políticamente?
Trump tenía que acabar con el régimen de Corea del Norte y va a conseguir que salga de su aislamiento. La visita de Kim Jong Un a Xi Jimping pone las cosas en su sitio: para China, Corea del Norte también existe y, como potencia tutelar, el encuentro de Kim Jong Un con Trump necesita su autorización previa. Así funciona hoy el mundo, por más que Trump crea que es él quien tiene la última palabra.