¿No había otro día para esquiar?
Mientras se daban manifestaciones masivas de decenas de miles de pensionistas el rey Felipe VI estaba pasando una jornada de esquí en la estación de Formigal
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Madrid
El pasado sábado los medios de comunicación iban difundiendo imágenes de las manifestaciones masivas de decenas de miles de pensionistas en más de cien localidades de toda España. Esas informaciones se cruzaron en las pantallas con dos noticias sobre la actividad privada de los reyes ese día. Felipe VI estaba pasando una jornada de esquí en la estación de Formigal y su padre, el rey emérito, disfrutaba comiendo en el restaurante de Martín Berasategui.
No negaremos el derecho que los monarcas tienen de disfrutar de su ocio como crean conveniente, pero tampoco nos negarán que el mínimo sentido de la oportunidad hubiera requerido una actividad más discreta ese día. Y no era muy difícil preverlo, porque las manifestaciones estaban convocadas con tiempo. Ni era difícil imaginar la reacción en las redes, porque hay algún sonado precedente que pasó factura. La monarquía es una institución de gran carga simbólica y parte de su actividad pública busca reforzar ese perfil con actividades que buscan conectar con las preocupaciones ciudadanas. El sábado, desde luego, quien organizó sus agendas privadas no tuvieron el mejor día.