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Historia de dos debates

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, responde al clamor por las pensiones con anuncios inconcretos que le acercan a Ciudadanos mientras el Congreso de los Diputados se enfangaba por la derogación de la prisión permanente revisable

El portavoz del grupo popular en el Congreso Rafael Hernando, durante el debate de las enmiendas de totalidad presentadas por PP y Ciudadanos a la proposición de ley del PNV en la que propuso derogar la prisión permanente / Mariscal (EFE)

 El portavoz del grupo popular en el Congreso Rafael Hernando, durante el debate de las enmiendas de totalidad presentadas por PP y Ciudadanos a la proposición de ley del PNV en la que propuso derogar la prisión permanente

Madrid

Esta es la historia de dos debates que resumen la semana y quién sabe si el año entero. Primero fueron las pensiones en pleno malestar en las calles y luego la prisión permanente revisable, cuya discusión en el Congreso significó una de las peores páginas del parlamentarismo reciente, según admitieron varios diputados.

Primero, consciente de las protestas que se preparaban para este sábado, Mariano Rajoy ofreció subidas de las pensiones mínimas que dejó sin concretar y que, además, condicionó a la aprobación de nuevos presupuestos. O Rajoy o el frío, vino a decir. Como prometió ayudas en el IRPF, Ciudadanos se dijo satisfecho. Dijo más Albert Rivera: "Negociaremos". Es primavera entre PP y Ciudadanos, dispuestos a olvidar lo que las encuestas separaron. No sólo no habrá impuesto a la banca, como pretendían PSOE y Podemos, sino que a lo mejor hay hasta cuentas públicas. Normal que el miércoles lloviera en Madrid como si fuera Bruselas, si todo parecía dirigido a Europa. Fue llamativa la hostilidad en la Cámara entre Ciudadanos y PSOE, al que Rivera acusa de "podemizarse".

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El Gobierno es consciente del grado de malestar –Pedro Sánchez llegó a describirlo como "levantamiento social"– , pero lo fía todo a los presupuestos y a que empiecen a percibirse los efectos de la recuperación económica de la que tanto habla, pese a que nada de eso arregle el problema de las pensiones, que es de fondo. La situación para los jubilados es, hoy, la misma que la del domingo pasado y, sin embargo, ahora el Gobierno ve probable aprobar sus cuentas y ganarse, con eso, un año de supervivencia. Lo que cambia un debate.

El caso es que ese debió de ser el pleno vivo y caliente en el Parlamento, porque la preocupación por las pensiones está en la calle y porque en los pensionistas tiene el PP a buena parte de sus electores. Y, sin embargo, resultó un pleno largo y de tedio, con algún bostezo. Nada que ver con la crispación del día siguiente, cuando el Congreso abordó la prisión permanente revisable y, de nuevo, PP y Ciudadanos aplaudieron juntos por mantener una pena a la que, hace unos pocos meses, Ciudadanos llamaba "inhumana". "No me convenza a mí, sino a las víctimas", soltó el portavoz del PP señalando a las madres y los padres de niños asesinados, que estaban en la tribuna y gesticulaban. "No miren al PP, miren a España. Se lo pedimos en nombre de la sociedad española", llegó a afirmar en la tribuna José Antonio Bermúdez de Castro. Después, el portavoz del PSOE Juan Carlos Campo acusó al ministro Zoido de aprovecharse del dolor por el asesinato del niño Gabriel Cruz y fue ya imposible sofocar la escandalera.

Todos negaron que fuera un debate en caliente, así que hubo diputados que se señalaron y se increparon, que actuaron en el escaño como en la grada de un estadio. Se llamaron sinvergüenzas y otras cosas, se acusaron de populistas y se jalearon, se restregaron el dolor y a las víctimas y, como no era en caliente, hablaron de venganza y de rabia y de ira mientras el hemiciclo se llenaba de murmullos e indignación. "No me hagan suspender el pleno, que sería todo un bochorno", reclamó la presidenta Ana Pastor como si aquello no lo fuera. Hubo quien sintió la necesidad de pedir disculpas, pero el daño ya estaba hecho. Otra vez en balde, porque lo que interesa, que es la tramitación y la discusión real de fondo, se aplazará entre prórrogas por el interés partidista de cada uno. A veces basta con dos debates para hacerse una idea del año entero.

 
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