¿Por qué dejamos las aulas?
Madrid
Anoche volví a la Universidad de mi vida, la Universidad de La Laguna. Caminé por los pasillos en los que hacíamos cola para escuchar al maestro Lledó. Entré en el Paraninfo donde se celebró el 68 como si La Laguna fuera París y donde vi a Mastroiani sufrir de asma en la inolvidable Crónica familiar. Escuché a viejos y a nuevos estudiantes y sentí que no tendríamos que haber dejado nunca las aulas, estudiar siempre, no rendirnos a lo que manda la edad, esa gran traidora.