No hay marcha atrás
En las calles quedó claro ayer que no es un episodio, ni un sarpullido, ni flor de un día. Si algo quedó claro ayer es que hay que escuchar a las mujeres
Ocurrió. La movilización de las mujeres en España ha hecho historia. En las calles quedó claro ayer que no es un episodio, ni un sarpullido, ni flor de un día. Si algo quedó claro ayer es que hay que escuchar a las mujeres, tomar nota de lo que dicen, de lo que piden las de 20, las de 30, las de 40, 50, las de 60, las jubiladas...
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Nunca se sale a la calle por capricho. Nadie está detrás, ningún partido, ningún sindicato de las impresionantes manifestaciones que han dado la vuelto al mundo. Son las mujeres, que se reconocen unas a otras en pequeñas o grandes batallas, en el campo y en la ciudad, con vidas totalmente diferentes, aspiraciones radicalmente distintas y gustos diametralmente opuestos. Pero se miran y se reconocen en la larga lista de reivindicaciones. Cualquiera de ellas encuentra algo que tiene que ver con su experiencia. Las que tienen compañeros implicados en los cuidados, y las que no, comparten el miedo a las calles oscuras y al acoso. Las que tienen sueldos de miseria y las que tienen buenos empleos comparten la brecha salarial, el techo de cristal y el juicio permanente sobre su aspecto. Las que son madres, las que querrían serlo pero no se lo pueden permitir con su sueldo, y las que no quieren tener hijos comparten los prejuicios, la presión y la indiferenia de una sociedad que necesita el relevo generacional pero se desentiende de su coste.
Y todos sabemos que no será fácil ni rápido. Pero se engaña quien piense que la abundancia informativa de las últimas horas y semanas entierra un clamor que siempre ha estado ahí pero que ahora ha decidido marcar la agenda pública.
La España democrática, que ha visto en 40 años la transformación urgente y radical de la vida de sus mujeres, que ha sido pionera en identificar y cuantificar la violencia de género, pionera en aprobar el matrimonio igualitario se coloca a la vanguardia del gran reto de la Modernidad, la posmodernidad o como quieran llamarlo: el reto de que la igualdad de género sea real. Muchas periodistas españolas hemos recibido estos dias llamadas de colegas europeos preguntandonos qué pasa en España. Y sobre machismo aquí no pasa nada que no pase en Francia, Alemania, Italia o Reino Unido. Solo que aquí las mujeres han dicho basta.
Siempre nos acordamos de las feministas veteranas que nos han traido hasta aquí. Pero hoy toca dar las gracias a las feministas jóvenes, incluso muy jóvenes, que han dado una lección de organización, movilización, inteligencia y sentido común en este 8M. Ajenas a las provocaciones, los desprecios o cualquier intento de utilización. Muchas gracias.