Los extremos se hacen fuertes en Italia
¿Ha llegado el momento de cortar el camino a la extrema derecha y al populismo autoritario? ¿O esperamos a que el avance que consiguen elección tras elección acabe instalando a los ultras en un gobierno?
Los extremos se hacen fuertes en Italia
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Los extremos se hacen fuertes en Italia. La coalición de la derecha ha sido la más votada y, dentro de ella, los ultras de La Liga Norte se imponen al partido de Silvio Berlusconi. Pero ni ese bloque de derechas tiene mayoría suficiente para gobernar, ni lo tiene el partido que en solitario ha conseguido mejores resultados, que es el Movimiento 5 Estrellas. Sobre el papel ha ganado, pero en el tablero práctico hoy está igual de lejos de tocar poder de lo que estaba ayer. Y entre esos dos bloques, zozobrando, el Partido Democrático, los socialdemócratas, que pasan de haber gobernado el país en los últimos cinco años a conseguir casi los mismos votos que la extrema derecha de Salvini.
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El gran derrotado es el Partido Democrático pero, en general, todo el centro-izquierda que, en conjunto, no consigue llegar a convencer ni a un tercio de los electores. El peor resultado de su historia. Una derrota que añade otro capítulo a la crisis de la socialdemocracia en todo el continente.
La inestabilidad vuelve a Italia, nadie sabe ahora mismo quién puede gobernar, mientras en Alemania, las bases del SPD han votado estabilidad incluso por encima de sus intereses de partido y por encima del peligro de largo recorrido de dejar toda la oposición a la extrema derecha. Las bases socialdemócratas han despejado el cuarto mandato de Merkel votando mayoritariamente por reeditar la gran coalición. Habrá gobierno en 15 días después de 6 meses de parálisis.
Con un gobierno alemán, con peso socialdemócrata, y con Macron haciendo gala de su fe europeísta, ¿llegará el momento de la Europa de los ciudadanos? ¿O tampoco ahora? ¿Ha llegado el momento de cortar el camino a la extrema derecha y al populismo autoritario con políticas que atiendan la desigualdad y también el desconcierto por la globalización? ¿O tampoco? ¿O esperamos a que el avance que consiguen elección tras elección -sorteado con alivios cortoplacistas- acabe instalando a los ultras en un gobierno del corazón de Europa?