'Lady Bird', por fin una millennial sin ego

Madrid

Hasta ahora Greta Gergiw había llegado a nosotros como guionista y musa del movimiento Mumblecore, algo así como una novelle vague actualizada, de bajo presupuesto y que gira en torno a la comedia dramática. Por ejemplo, Frances Ha, la película de Noah Baumbach, que protagonizaba, y en la que veíamos a una joven californiana con su sueño frustrado.

Ahora en su debut como directora y guionista en solitario, puesti qye en 2008 ya firmó, junto a Jose Swanberg, Nights and Weekends, nos cuenta la adolescencia de su personaje en Frances Ha. Una chica en su último año de instituto, que odia su ciudada natal, Sacrmento y todo lo que le rodeada: sus padres, su origen de clase trabajadora, su instituto católico. Para su alter ego, ha elegido a la actriz Saoirse Ronan, nominada al Oscar por esta interpretación de una chica de diecisiete años.

Gerwig desmonata las normas que la sociedad marca para ser el buen adolescente, el adolescente cool con esta joven de pelo tintado y que tiene una alta autoestima, le encanta la literatura y ser la guay del instituto. No hay momentos edulcorados, ni idealizados, ni demonizados, sí un realismo que emerge a pesar del tono vintage de la cinta ambientada a principios de los 2000, con las torres gemelas de fondo y el espíritu meritocrático que solo la crisis económica quebró años después.

Padres de clase obrera, trabajadores incansables para que sus hijos tengan un futuro mejor y presionados por las exigencias sociales en torno al éxito y al fracaso. Van a colegios caros y Lady Bird se avergüenza del barrio en el que viven, es un retrato de las aspiraciones de una clase social con unos diálogos llenos de fescura y naturalidad, con una clara necesidad de reafirmar la propia identidad.