Todos libres o todos fanáticos

Desatados los españolistas hasta el paroxismo –Rivera es nuestro dios y Arrimadas su profeta- no dudan en el insulto directo y sin matices a los dos millones de catalanes que han votado a los nacionalistas o independentistas, que para el caso que aquí tratamos tanto nos da. Imbéciles, fanáticos y resentidos les llaman los otrora sesudos columnistas-filósofos-catedráticos-politólogos, género en crecimiento descontrolado, mismamente como los cangrejos depredadores que invaden nuestros ríos. Les saca de quicio que haya ciudadanos que aún el 21-D votaron al bloque independentista. ¡Con lo que han hecho!, se mesan los cabellos. A este Ojo le hubiera gustado que similar desesperación hubieran mostrado tan cualificados analistas cuando más de un millón de valencianos votaron en 2011 al PP de Francisco Camps. O el millón y medio de madrileños que eligieron a Esperanza Aguirre en 2011, o ya puestos, los casi once millones de votos que se llevó Rajoy ese mismo año. Les importó una higa la corrupción masiva y repugnante de Bárcenas, la Gürtel, Correa, el Bigotes y otros chicos del montón. ¿Son también fanáticos? ¿Les comió la sesera la Televisión Española tan servil con La Moncloa como a los catalanes TV3? ¿Quizá fueron adoctrinados hasta la fanatización por los miles de colegios de religiosos ultracatólicos bien subvencionados que domestican a esos tiernos infantes en sus derechizadas comunidades? Elijan: o todos libres, o todos fanáticos.