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Refugiados LGTBI, los grandes olvidados

El editorial de Celia Blanco en 'Contigo Dentro'

Getty Images

Madrid

173 países no permiten el matrimonio igualitario. 72 penalizan por ley a los que no son heterosexuales y 8 de ellos lo castigan con la pena de muerte. Esto debería ser motivo más que suficiente para conceder asilo a quien lo solicitara. Pero, al menos en nuestro país, no se garantiza que vayamos a hacer algo por salvarles la vida.

Afganistán, Arabia Saudí, Gambia, Egipto y Ghana son los países más peligrosos para cualquiera que no sea heterosexual. En Latinoamérica, la transexualidad es la peor de las pesadillas, un lugar en el que se suceden el 78% de los asesinatos de personas transgénero, con Brasil a la cabeza: 340 asesinatos solo en 2016. "Pegarse el carrerón", que es como lo llaman, significa escapar a la carrera de una muerte violenta y sangrienta. Y es todo un triunfo para muchos que escapan de esa caza del ama diferente.

Pero hablemos de Europa, que es donde vivimos. 7 de cada 10 personas no heterosexuales sigue ocultando su orientación sexual. Sí, sí, en Europa. En ese lugar en el que, efectivamente estamos mejor que si hubiéramos nacido en África, Asia o Latinoamérica, pero en el que los partidos de extrema derecha y homófobos cobran cada vez más fuerza. Porque son los votos los que dan poder a estas acciones que la propia Naciones Unidas denuncia y que nos aleja cada vez más de los países supuestamente desarrollados ¿Les parece una exageración? Pues asúmanla, porque 1 de cada 4 personas no heterosexuales que vive en Europa ha sufrido agresiones o amenazas en los últimos 5 años. Y 2 de cada 3 de estas personas tienen miedo a mostrar su orientación sexual en público. Por algo será.

Y, a pesar de lo que puedan creer, en España no podemos ponernos chulitos, ni siquiera aunque tengamos el matrimonio igualitario y también por ley, los delitos de odio se persigan. Parece que muchos aún no lo saben. O quizás es que aún crean que pueden elegir la sexualidad ajena amparándose en algo tan rídículo como la tradición. ¿Es una tradición agredir y perseguir a los que no son como tú? ¿Está permitido? En 2016 en nuestro país aumentaron los delitos homófobos en un 36% y ahora que acabamos el 2017 no parece que vayamos a recuperar puestos ni en derechos humanos ni en tolerancia y respeto.

A ver si de una vez empezamos a distinguir lo que es el primer mundo de verdad. Y eso es tarea de todos y cada uno de nosotros. Con la ley en la mano será como combatamos todo esto. Y para eso tendremos que darle el poder político a los que de verdad nos protejan, no a los que finjan una tolerancia y un respeto que ni protegen ni votan en el parlamento.

 
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