Grandes amantes, amantes grandes

Madrid

Cómo vendremos de serie para que no podamos admitir que nos gusta algo en la cama no vaya a ofenderse el desconocido de turno. Me cuesta horrores llegar a ese punto en el que digo en voz baja que me gustan los hombres más altos que yo capaces de cogerme en volandas. Midiendo uno setenta y cinco, pesando mucho más de 65 kilos, como comprenderán no es fácil. Tranquilos, que no obligaré a que tengan que cogerme a pulso. Es un capricho mío que por supuesto me voy a permitir. No quiero que me alcen al cielo como alzaron a las vírgenes durante los días festivos de este puente. ¿No lo han gritado nunca? ¡Al cielo con ella! es una frase de lo más socorrida; elíjanla cuando sea menester...

Diciembre es el mes de repasar los fallos. De asumir los errores sin convertirlos en faltas. Perfeccionemos la técnica. Aprendamos un poco más el uno del otro. Y elijamos cómo queremos finiquitar este año. No me gustan especialmente las Navidades. Creo que con la edad he ido acostumbrándome a pasar por ella como se pasa por las contracciones en un parto. Si estás en Navidad es que tuviste suerte, viviste un año. Dejemos que se vaya y sigamos. ¿Te parece poco? Ya que no quiero ser muy tradicional déjame que me entere de otras alternativas. Como lo de restregarme entera, mientras me masajean un par de desconocidos...

Me gustan los amantes grandes que me descoloquen en Navidad. Que me cambien el paso, que se salten las citas que quieran.

Regálame lo que haga falta, pero hazme un favor, si estás pensando en qué gastarte pasta, hame un favor. Sea lo que sea, lo quiero... Contigo dentro