La Cataluña sonora de Carlos de Hita

Madrid

Carlos de Hita nos trae una visión muy particular de los mejores paisajes sonoros catalanes.

• Pasamos por la noche de invierno de Pallars Sobirà. El cielo, negro y estrellado, un mochuelo boreal lanza su llamada, que reverbera desde el fondo de valle. Al caer la tarde, por encima del refugio de Amitges y bajo el Portarró. Se aproxima una tormenta y los truenos retumban.
• Valle de Boi. Toda la noche ha estado nevando y por la mañana, al templar el sol, las masas acumuladas en las copas caen en pequeñas avalanchas. Por todo el bosque se oye el crepitar de petirrojos y mitos.
• Cap de Creus, entre olivares y matorrales, siguiendo la descripción de Josep Pla sobre los vientos de tramontana:

“El maestral, sobre todo el de invierno, cuando está afectado por el Pirineo y sobre todo por el Canigó helado, es un viento terriblemente virulento, muy frío, que ruge y chilla, sin defensa, porque entra en todas partes y es capaz de causar todos los estragos. Este es el gran viento del Ampurdán”.

• Aiguamolls de l´empordà Al caer la tarde, las bandadas de patos chapotean y abandonan las aguas para buscar alimento alrededor.
• Rodeados por autopistas y el área metropolitana de Barcelona, en los pinares de la Sierra de Collserola arrullan las palomas torcaces, relinchan los pitos reales, cantan los mirlos y zumba el tráfico, en una síntesis del paisaje sonoro urbano y el forestal.
• Del encontronazo entre el mar y el río nació el Delta del Ebro. Barro inacabable, aguas salobres, encañizadas, playas y sal, flamencos en aguas salobres, los carriceros tordales.
• La larga barra de arena que separa la bahía de Els Alfacs del mar abierto. A un lado, al mar de fuera, las gaviotas patiamarillas; del otro, al mar de adentro, gaviotas reidoras y fumareles. Por aquí, entre las olas, se acaba Cataluña.