¡Cómo respetamos las decisiones judiciales!
Por muchas veces que lea y relea los razonamientos del juez Llarena para unos sí y otros no, debo reconocer, compungido, que sus profundas tesis no están al alcance de todos los mortales
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¡Cómo respetamos las decisiones judiciales!
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Tranquilos todos, que este Ojo, que como saben es vetusto, ya tiene suficiente experiencia y sabe cómo hay que comenzar este comentario, tantas veces repetido. Y hay que hacerlo de la siguiente manera: respetamos como el que más las decisiones de los señores magistrados; creemos firmemente, férreamente podíamos decir, en la independencia de los señores magistrados; nos postramos de hinojos ante los superiores criterios y oceánicos conocimientos de los señores magistrados, e incluso ya puestos, veneramos la venda y la balanza que acompaña a la sabia Justicia en la que se amparan los señores magistrados cual si fuera nuestra única y verdadera religión. Dicho lo cual, ya se puede decir que quien los entienda que los compre, y por muchas veces que este modestísimo comentarista lea y relea dos, tres y hasta cuatro veces los razonamientos del juez Llarena para unos sí y otros no, debe reconocer, compungido, que sus profundas tesis no están al alcance de todos los mortales. Pero no es buena cosa que la campaña electoral -y vaya campaña electoral- haya empezado de tan mala manera, con el presidente del Govern de paseo por Bruselas, en busca y captura como cualquier delincuente, y su vicepresidente en chirona. Pero como el Gobierno siempre ayuda, ahí tienen la condecoración del Ministerio del Interior al jefe policial que dirigió la brillante operación del 1 de octubre. Amén.
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