Un partido en el banquillo
Josep Ramoneda reflexiona sobre el procesamiento del PP por la destrucción de los ordenadores de Barcenas, la comisión constitucional en el Congreso y las elecciones catalanas del 21D
El dietario de Ramoneda: "Un partido en el banquillo"
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Barcelona
La corrupción del PP vuelve a escena. La Audiencia Provincial de Madrid le procesa como persona jurídica por la destrucción del ordenador de Bárcenas: doble causa, delito informático y encubrimiento. Insólito: un partido en el banquillo. Y Catalunya ya no ha sido monotema en la sesión de control al gobierno. Los sueldos en B del PP y los casos judiciales en curso han estado presentes en las intervenciones de la oposición, extravagancias de Rufián incluidas. La cuestión catalana ya no basta para tapar las vergüenzas del PP.
Cataluña ya no está sola. La corrupción vuelve al debate político. Pero falta un paso más: que la cuestión social, las políticas económicas y la defensa de los derechos básicos de los ciudadanos recuperen el protagonismo parlamentario. Sería señal de que la izquierda ha resucitado. Y, por tanto, del verdadero regreso a la normal dialéctica parlamentaria. ¿O es que la izquierda da ya por asumido que en materia de dinero y de redistribución de la riqueza mandan otros y ya no cabe más que la resignación?
El globo de Pedro Sánchez, la Comisión parlamentaria para la modernización del estado de las autonomías ha pinchado antes de elevarse. Tal como estaba previsto, se ha constituye sin Podemos y sin los nacionalistas y el PP se ha estrenado dejando claro que de reforma de la Constitución ni hablar. ¿Y entonces, qué? Rajoy tiene atrapado a Sánchez con la cuestión catalana y no le cede ni un centímetro para respirar.
Mientras, Junqueras perfila estrategia. En una carta desde la cárcel: señala a Marta Rovira como posible candidata a la presidencia de la Generalitat, apunta a un mejor control de los tiempos y de las fuerzas y advierte sobre la necesidad de ganar complicidades en un guiño explícito a los Comunes. Justo el día en que Ada Colau afronta críticas desde diversos frentes por romper su pacto con los socialistas en Barcelona.