'Oro', la historia oculta
Lo mejor de ver “Oro” es que te invita a revisar una página de nuestra historia que todavía tiene mucho por escribir
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La última película de Agustín Díaz Yanes nos confirma que los españoles….a la hora de pelear, de despellejarnos, incluso de matarnos….no necesitamos a nadie. Entre nosotros nos apañamos.
La historia de “Oro” es un retrato feroz, pero imagino que bastante preciso, de lo que debió ser la conquista de américa. Narra la odisea, en plena selva, de un puñado…no sé si llamarles conquistadores o desharrapados –a lo mejor eran las dos cosas- en busca del Dorado. No hay concesiones en el relato, es bueno que el espectador lo sepa porque la pantalla supura violencia, traición, crueldad, hay mucha sangre, muerte….pero también aparecen la lealtad, el compañerismo, la tenacidad, el esfuerzo, los sueños….y de esa amalgama se pueden extraer algunas conclusiones interesantes; del ser humano, en general, y de la historia de España, en particular. Cuando alguien no tiene nada que perder es capaz de embarcarse en la más insólita de las aventuras; cuando alguien no encuentra en su país un proyecto de vida….ya no ilusionante sino mínimamente decente....se acaba largando. Y tanto en un caso como en otro, lo normal es que esa peripecia acabe generando sentimientos tan potentes como peligrosos.
Me imagino que estos días, con todo el follón que tenemos aquí, le habrán preguntado más de una vez al director si esta película, si “Oro” es una metáfora o una referencia a no sé qué de ahora. Pues yo creo que no, no le den más vueltas, porque estaba hecha de antes, y el relato de Arturo Pérez-Reverte en el que se basa la película, aún es más anterior. No hace falta que busquemos conexiones secretas con la actualidad; lo mejor de ver “Oro”, además de disfrutar del cine en mayúsculas, es que te invita a revisar una página de nuestra historia que todavía tiene mucho por escribir. Y que nos incomoda, como alguna otra más reciente, pero un país que no afronta su historia, que no cierra heridas o que mete la porquería bajo las alfombras….ese país tiene un problema. Y eso sí que podemos conectarlo: nos ocurría hace cinco siglos y también ahora. Y así nos va.