El sexo no duele
La Tana se niega a que el sexo suponga sufrimiento. No está dispuesta a vivir con semejante amargura.

Getty Images

Madrid
La primera vez dolería. Tenía que doler. En la puerta del instituto escuché a uno razonar que su novia había sangrado tanto porque jamás había estado con ninguno y tenía cumplidos los diecisiete. Lo que nos reimos su novia y yo al escucharlo. Pero era lo malo de que te pillara con la regla. A partir de aquí, nos obligaron a entender que follar podía doler porque concebimos el sexo como fuente de placer. Y nos hemos acostumbrado a que nos digan que no tenemos derecho a que lo que nos suceda nos guste, nos haga mejores personas, nos reporte tanta satisfacción.. Dicen que no hay ninguna obligación de que disfrutemos en la cama. Nos miran con cara de espanto cuando reconocemos que nuestra felicidad también depende de nuestros amantes.
Consiguieron que creyéramos que sufrir es vivir, que hemos venido a este valle de lágrimas. También es una excelente manera de tenernos controlados.
Por eso quiero meterme en la cama y descansar de tantísimo dolor acumulado. Quiero desnudarme y saber que con la ropa dejo caer lo que me tortura por dentro. Nos metemos entre sábanas que no siempre están ocupadas pero ojalá lo hagamos para desfallecer después de esa descarga de placer inmenso llamada orgasmo.
No puede doler querernos hasta decir basta aunque solo sea por unas horas y ni siquiera recuerde cómo te llamas. No puede doler querernos desde hace tanto tiempo y disfrutar de cada una de tus embestidas. No puede doler aunque haya parido a tus hijos o apenas hayamos empezado a compartir esta cama.
El sexo no duele. Solo permitimos que duela cuando desencadena en el placer más absoluto.
El sexo no puede doler. No. Así no.