Catalanes con los que me he acostado

Madrid

Midamos la intensidad política en función de nuestra recua de amantes. Visto lo visto, sospecho que esta semana no nos va a quedar otra que hablar de los catalanes que mezclamos en nuestra vida.

Independentistas, españolistas y hasta cuarto y mitad de catalanes casados tengo. Hay un valiente que exploró todos mis huecos, acarició cada centímetro de mi piel y profirió los gemidos oportunos para que yo me uniera a su causa con nocturnidad y alevosía. Los vecinos casi llamaron a los Mossos de Esquadra cuando, a cuatro patas, me ensartó ondeando su bandera. Entre esos catalanes que me he follado, acabo de descubrir que también los tuve radicales. Entonces no lo parecían, pero a más de uno, defiendan lo que defiendan, si lo hubiera escuchado hablar en los términos que ahora esgrimen, dudo que hubieran traspasado la puerta de mi habitación.

Quita de aquí, bicho.

Siempre creí que el sexo era el mejor antídoto para cualquier diferencia . Para desearse en la cama, no queda otra que respetarse hasta decir ¡basta! Y últimamente lo que escucho, lo que veo, lo que siento y lo que me duele, es esa falta de criterio con la que se escupe a la cara. Tengo una lista de Spotify esperando para compartirla. Música con la que hemos follado a pesar de las disputas, de las peleas y de todo lo feo que nos dijimos en público. Partituras defensoras de lo poco que tuviéramos en común. No necesitamos mucho más para desearnos en una cama. No queremos mucho menos para follarnos enteros.

Prefiero que lo intentemos de nuevo, que volvamos a mordernos sin hacernos daño, a follarnos para no olvidarnos. Déjame que quiera que me des un poquito más de lo que te hace tan diferente a mí. Déjate querer aun cuando a veces me prefieras lejos.

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Ojalá querer volver a follarme a todos y cada uno de los catalanes que anidaron entre mis piernas. Ojalá quisieran también ellos repetir conmigo.