Los caminos de la razón
Los diputados independentistas se podrán reunir, si así lo quieren, faltaría más, pero sus acuerdos no tendrán efecto jurídico alguno
El pleno convocado por la mesa del Parlamento catalán para el próximo lunes, en el que se había anunciado la aprobación de la Declaración Unilateral de Independencia, será el equivalente al fallido referéndum del primero de octubre. Es decir, no tendrá ningún valor jurídico ni servirá de gran cosa, porque no cumplirá los requisitos democráticos exigibles, primero por las normas de la propia cámara y después por el Tribunal Constitucional, que ha aceptado un recurso de los socialistas catalanes pidiendo su suspensión. Fueron los propios letrados de la cámara los que primero avisaron a la Mesa del Parlament de la ilegalidad de ese pleno, al que ya han anunciado que no asistirá un buen número de parlamentarios. Nunca es tarde para hacer un elogio de la razón. Los ciudadanos razonablemente informados en Cataluña tienen ya en sus manos muchos elementos para actuar como seres racionales, que huyen de quienes ofrecen soluciones definitivas y que examinan con atención la de quienes proponen mejoras y repartos proporcionados. Para huir de quienes siempre creen que los grandes sacrificios son el mejor camino a donde sea. Nunca es tarde para recordar que la razón esta por encima de las emociones, ni para insistir en que la razón se basa en el gradualismo, la conversación y la lógica. Lo que ha decidido el Tribunal Constitucional, como decidieron los letrados de la cámara, no es ninguna tragedia que afecte a la esencial del parlamentarismo, ni mucho menos. Los diputados independentistas se podrán reunir, si así lo quieren, faltaría más, en el Parlamento, pero sus acuerdos no tendrán efecto jurídico alguno. Sabiendo que eso es así, lo razonable sería aplazar esa reunión y buscar los caminos de la razón.
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Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...