Perplejidades
La fractura entre Cataluña y el resto de España es cada vez mayor, y a estas alturas nadie sabe cómo acabará. Pero esto no es una serie de televisión. Este es el momento más delicado de nuestra convivencia probablemente desde el 23F
Comenzamos el curso con perplejidades y con preocupaciones.
La primera. Comenzamos con dolor porque nos faltan 15 personas, hay otras 15 en el hospital luchando todavía por su vida y decenas de familias para las que la vida nunca será ya igual. Una tragedia por la que lloramos, nos emocionamos, nos asustamos y decidimos después no tener miedo y mirar de frente a quien nos mata para intentar averiguar por qué y cómo evitarlo en el futuro. Muchas de estas preguntas, que no son nuestras, son preguntas universales porque matan en muchos otros sitios y a personas de cualquier origen, creencia o situación, muchas de esas preguntas siguen sin tener respuesta y es nuestro deber buscarlas. Por pura supervivencia, sin buscar más culpables que quienes tenían voluntad de matar, pero sin dejar de interrogarnos sobre cómo y cuándo se gestó esta tragedia ante nuestras narices.
Bueno, pues cinco minutos después de la explosión de dolor colectivo todas estas preguntas, y sobre todo cualquier respuesta, estaba ya en el barro de la batalla política animada por hooligans de todos los colores. Si salen bien parados los Mossos, bueno para el independentismo. Si mal, bueno para los que no. Qué tristeza y qué irresponsabilidad.
Segunda perplejidad. Ya está aquí. Estamos a menos de un mes del referéndum ilegal. Esta semana el Parlament y la Generalitat de Cataluña pueden empezar a tramitar de facto, de forma unilateral y al margen de la ley, la ruptura con España.
La fractura dentro de Cataluña y entre Cataluña y el resto de España es cada vez mayor, y a estas alturas nadie sabe exactamente cómo sigue el siguiente capítulo y sobre todo cómo acaba. Pero esto no es una serie de televisión. Este es el momento más delicado de nuestra convivencia probablemente desde el 23F. ¿Cómo hemos consentido, cómo nos hemos consentido llegar hasta aquí? ¿Hay todavía alguna posibilidad de arreglar esto? Qué irresponsabilidad y qué tristeza.