Vuelve el gran Clooney atizando a la América racista
George Clooney ha presentado su última película como director en Venecia, 'Suburbicon', comedia negra, con guion de los Coen y con Matt Damon y Julianne Moore de protagonistas, que critica el racismo en la clase media blanca americana
Venecia
Después de la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos, muchos articulistas, analistas, expertos y pseudoexpertos -este grupo quizá el más numeroso- se preguntaron por qué millones de trabajadores blancos de clase media -entre ellos muchas mujeres- votaron al candidato xenófobo y machista presentado por el Partido Republicano.
Entre los argumentos expuestos en los medios de comunicación destaca el que asegura que los estadounidenses medios blancos se preocupan más por el futuro de su economía doméstica, que por el racismo que, al fin y al cabo, les toca menos. Un argumento que George Clooney respalda en su nueva cinta como director Suburbicon, una comedia negra con guion de los Coen y con mucha mala leche hacía las clases medias y su racismo, que han presentado este sábado en Venecia. "No es una película sobre Donald Trump, es una película sobre el racismo americano y cómo no lo hemos enfrentado", decía Clooney después de la proyección.
Suburbicon tiene el mejor humor negro y bestia de los Coen para cuestionar algo que el cine siempre ha tenido en la diana: los idílicos suburbios residenciales y toda la mugre que esconden debajo. Algo sabe David Lynch de ello, también Sam Mendes e incuso aquella cinta de Frank Oz con Nicole Kidman, Las mujeres perfectas. Sin embargo, en plena era Trump, la cinta terminó de rodarse la semana de las elecciones, y con los posteriores disturbios en Charlottesville, Suburbicon se convierte en una especie de regañina a los votantes americanos, esos que podrían simpatizar con la siguiente frase: "No somos racistas, pero que no vivan aquí".
Clooney muestra cómo en uno de esos barrios de colores pastel y rayos de sol una familia de negros -la única- es acosada por el resto de los vecinos. Mientras eso ocurre, los vecinos de enfrente, una familia aparentemente feliz, se descuartiza por dinero, en una cínica metáfora en la que el capitalismo devora a sus propios hijos. "Se convierten en monstruos", reflexionaba el director. Si alguien ha escrito y filmado sobre la estupidez americana, esos han sido los Coen, que aquí vuelven a brillar con un guion lleno de violencia y demuestra que su ironía pega bien con el compromiso político de Clooney, a pesar de un montaje lento.
A pesar del azote, Clooney propone un final reconciliador. "Soy optimista", decía el director en la rueda de prensa. "Si vas a nuestro país, hay una nube sobre él. Hay rabia, depende de qué lado del pasillo te toque. Sin embargo, soy positivo, creo en la gente joven y en que las instituciones funcionan. Hay mucha ira entre nosotros pero yo no he querido ni crear polémica ni dar una lección, pero sí ser retorcido", añadía. Clooney también ha rechazado, con su típica ironía, que vaya a entar en política: "Yo no... pero ahora mismo cualquiera podría ser presidente de Estados Unidos".