No siempre la mejor defensa es un ataque
Josep Ramoneda reflexiona sobre la actitud de Rajoy frente a la corrupción y el desafío catalán, que no inquieta tanto a los ciudadanos como a los político
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El dietario de Ramoneda: 'No siempre la mejor defensa es un ataque'
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Barcelona
No siempre la mejor defensa es un ataque. Acorralado por la corrupción de su partido, Rajoy acusa a Podemos de “corrupción de valores democráticos”. Es un juicio de valor, susceptible de muchas interpretaciones y abierto a la controversia. Sin embargo, la corrupción del PP, como ha señalado Iglesias, es objetivable en términos de dinero contante y sonante y en tipos penales. No olvide el presidente que en dos semanas estará en el juzgado testificando por la trama Gurtel. El bulto de la corrupción es demasiado grande como para que el presidente pueda esquivarlo con un burdo requiebro dialéctico vía Venezuela. Rajoy se irá sin haberlo reconocido.
Dice Rajoy que el gobierno sabe perfectamente lo que tiene que hacer en Cataluña. ¿Desde cuándo? Porque han pasado cinco años y no ha tenido una sola iniciativa política para evitar que se llegará hasta aquí.
Nervios en las alturas, tranquilidad en la calle, a medida que se acerca el 1 de Octubre catalán. Es lógico: el gobierno catalán pretende realizar y dar legalidad a un referéndum ilegal y a sus consecuencias. Y el gobierno español pretende impedirlo al modo Rajoy, sin despeinarse. Doble misión imposible. De ahí el escepticismo ciudadano.
Dice la química y bióloga Jennifer Doudna en la Vanguardia: “La genética ya está lista para modificar bebés, la ética, no”. Y se muestra partidaria de esperar “hasta que la ética necesaria para aplicarla esté a punto”. La humanidad entra en una fase decisiva de su emancipación. La ciencia nos coloca ante cuestiones que antes estaban reservadas a los dioses y ahora tenemos que responderlas nosotros. ¿Dónde están los límites? Hay que decidirlo pronto. Si se espera demasiado, ya habrán sido desbordados.