Omertá

Las gentes de mi edad hemos tenido que forzar al máximo el cerebelo para tratar de entender los grandes cambios que nos ha tocado vivir. Y hemos llegado hasta donde hemos podido.

Yo reconozco que no llego hasta asimilar la maternidad subrogada. Puede ser un problema de principios, de prejuicios, de falta de tiempo o de falta reflexión pero la verdad no llego a captar su esencia aunque respeto desde luego la enorme emoción con la que tanto se acercan a esta posibilidad. Para mí es eso, una posibilidad que la ciencia ha abierto pero no me parece que sea un derecho y confieso que me supera el concepto vientre de alquiler, en el cual la idea misma de mujer se me evapora. Pero me parece bien que el tema se debata y que nos acerquemos a él con la mente más abierta posible porque nos aguardan novedades mucho más desconcertantes aún.

Ahora bien, si se me permite, me voy a la otra esquina de ciclo vital. Si hemos decidido afrontar por derecho los temas espinosos y ya miramos a los ojos a los grandes tabúes, ¿por qué no hablamos de una vez por todos, sin hipocrecias, ni zigzagueos, de la eutanasia? Un debate de verdad apremiante en el que están en juego la libertad la dignidad, el sufrimiento y el decoro no de miles, sino de cientos de miles o de millones de personas. Y que es una materia que la sociedad tiene muy conocida porque un porcentaje altísimo de españoles adultos ha conocido de más cerca o de más lejos el drama que significa estar vivo sin vivir y participa de esa gran mentira de hacer como que no hemos visto lo que sí hemos visto

Ésa es la gran omertá. Si todos nos atrevieramos a decir en voz alta lo que decimos en voz baja veríamos que los reparos podrían ser considerados con una buena regulación muy exigente de requisitos y de garantías.

Escucha la firma de Iñaki Gabilondo en 'Hoy por Hoy'