Tres años con un precio

Sovaldi se aprueba en EEUU a finales de 2013 y su laboratorio anuncia una noticia extraordinaria: cura una enfermedad hasta entonces sin cura, la hepatitis C. Pero llega a España con un precio altísimo que los gobiernos se niegan a pagar. Con la paradoja de que muchísimos de los infectados enfermaron precisamente en hospitales públicos. ¿Qué ocurría? Que la alternativa era más cara, el tratamiento era más largo, y menos efectivo. Aquí entran dos nuevos factores: uno es el de las asociaciones que inician eso a lo que puso nombre Cervantes: una lucha desigual contra gigantes, quijotesca, imposible. Que lo imposible se haga hoy por fin realidad se debe a esa voluntad de los afectados, que han peleado contra algo angustioso: que su vida, o la vida de sus familiares, tenga un precio, y ese precio no se pague. Y lo han hecho con poca publicidad porque los medios estamos a otras cosas, en ocasiones menos importantes. Cuando digo noticias menos importantes quiero decir noticias que tienen menos trascendencia en la vida de la gente. Aquí me incluyo yo, claro: se elige la noticia fácil, se elige la noticia divertida, la noticia sexy o la noticia procedente de declaraciones. Eso desgraciadamente no incluye noticias como éstas, lo cual es paradójico porque la función del periodismo, entre otras, es informar sobre casos así: miles de personas con acceso a una cura después de tres años de batalla por su vida.