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Ocio y cultura

Una dieta variada

El empeño de la Tana por que consideremos la sexualidad con la misma naturalidad y apetito que la gastronomía, la ha llevado a idear una dieta equilibrada obligatoria para todos.

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Madrid

No conozco a nadie que la primera vez que probó el brócoli le pareciera que aquello pudiera saber bien. Los progenitores los engolosinamos con un par de ajos laminados y una cucharadita de pimentón dulce y los más desesperados amplíamos la receta añadiendo taquitos de jamón y bechamel con tal de que aquello no sea un drama. Con tal de que el infante termine descubriendo que el brócoli, reconozcámoslo, está mucho más rico de lo que hubiéramos pensado la primera vez que lo vimos en el plato.

Algo así nos pasa cuando conocemos sexualidades diferentes a la nuestra. El que solo ha tenido relaciones heterosexuales, con suerte, admite otras variantes por el espectro: homo, bi, trans y hasta intersexual, aunque ésta última le cueste ubicarla. Eso si es una persona mínimamente tolerante y respetuosa. Si no, pondrá el grito en el cielo y como algún niñato de mierda, lanzará el plato de brócoli contra la pared, alejándolo de su mesa.

Sería fabuloso desprenderse de los prejuicios. No cargar con una mochila tan pesada como para que presupongamos cómo son cada una de las personas con las que nos cruzamos. Estaría bien que pudiéramos sentirnos atraídos por los demás por ser quienes son sin que influyera especialmente qué tuvieran entre las piernas. Me conformaría con que no juzgáramos a los que pudieran llegar a este punto, los que son capaces de desear en la proporción que les dicta la empatía.

Afortunadamente, hay quien sabe que triturando el brócoli, cuando son tan pequeños que no pueden masticar, haciendo divertidos purés de verduras, se acostumbra el paladar a recibir la explosión de sabor desconocida. Se educa para querer descubrir. Se incorporan variantes de todas las recetas posibles y se aprende a comer y dejar comer a los demás. Es más que probable que lo fácil sea cambiar el menú a gusto del infante para terminar cuanto antes con el suplicio de enseñar a comer un poco de todo. Pero no vinimos a este mundo a conformarnos con un único repertorio de sabores. Y, aunque no les guste el brócoli en ninguna de sus versiones, no les va a quedar otra que comerlo cuando aparezca en el menú. ¿Son heterosexuales? ¡Perfecto! Tengamos la relación sexual que deseemos y respetemos las que sucedan alrededor.

Se llama educación, tolerancia y respeto. Como cuando el niño aprende a que, si otra persona ha invertido su tiempo en cocinar para la cena, como mínimo tiene que comer lo que le pongan en el plato.

Hagamos que nuestra gastronomía y también nuestra vida, sean mucho más rica y diversa.

 
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