Caretas fuera
Cierta dosis de hipocresía es imprescindible para la mera supervivencia de la especie. Pero ahora que Europa se enfrenta al monstruo del terrorismo, va a haber que ir dejándola aparcada en algún estante
Cierta dosis de hipocresía es imprescindible para la mera supervivencia de la especie. Si nos dijéramos todo lo que pensamos unos de otros sería imposible convivir. Aplicado a las relaciones diplomáticas y económicas, mirar para otro lado en el cruce de intereses que forman las relaciones internacionales es universal y el país que esté libre de pecado que tire la primera piedra.
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Pero ahora que Europa se enfrenta al monstruo del terrorismo, ahora que se impone buscar las causas de verdad de esta sinrazón que nos mata, va a haber que ir dejando la hipocresía aparcada en algún estante y empezar abordar a fondo los enormes intereses económicos occidentales que se mueven en los países del Golfo, de Arabia Saudí a Qatar, enrededados ahora además en una guerra de hegemonías con las relaciones con Irán al fondo.
Si pese a la presión de las opiniones públicas occidentales no se hizopara salvar la vida de iraquíes, sirios, afganos, convertidos en chivos expiatorios de nuestros miedos y nuestros intereses... a ver si ahora que es nuestra vida la que está en juego se empieza a deshacer el nudo que vincula a los países del Golfo con el extremismo religioso.
Los que cometen los atentados están aquí dentro, muchos han nacido en nuestras ciudades y parece evidente que integrar y acabar con los guetos urbanos donde se radicalizan es una prioridad. Pero también lo es identificar con todas las consecuencias el alimento de todo tipo que nutre una versión enloquecida y deshumanizada de una religión que millones de personas practican en paz.