La canícula que viene
El debate catalán y la investigación al PP dejan para el verano los momentos clave de los conflictos que marcan la legislatura
Madrid
El corresponsal de 'La Vanguardia' Tomás Alcoverro, una de las voces de referencia sobre Oriente Medio, tiene escrito y comprobado que en los meses de verano se incrementan los conflictos. Esta semana han llegado a España las temperaturas del estío y el escenario se ha recalentado en todas partes menos en aquella que parecía incandescente, que era el PSOE. La victoria de Pedro Sánchez fue tan rotunda que los barones críticos, pese a que se quedarán fuera de la nueva ejecutiva, están dispuestos a la reconciliación (tampoco tiene mucho más margen). Está por ver si ese propósito de acuerdo se produce entre Ferraz y la federación andaluza, que ha mantenido cierta tensión por las listas de los congresos regionales. De entrada, Susana Díaz ha prometido "arrimar el hombro". Son días de tono bajo tras una batalla que ha fracturado al PSOE y el partido confía en que habrá paz en su congreso federal del 17 y 18 de junio, a tiempo para estabilizarse antes de que empiece el verano.
Tan dura fue la batalla que las tertulias se han ido estos días en cómo quedará el PSOE, pero la pregunta de fondo trasciende a un partido en concreto. La duda es qué va a pasar en la izquierda. Compromís, que gobierna en la Comunidad Valenciana con el PSOE y el apoyo parlamentario de Podemos, ha leído el momento y ha pedido a Pablo Iglesias que se dé el verano para negociar la censura con Sánchez. Podemos rechaza la oferta pero se ha abierto una vía de comunicación entre ambos partidos. La conversación que Mariano Rajoy se ha resistido a tener con Sánchez es la que sí mantuvieron Sánchez e Iglesias, de la que nos contaron aquello en lo que estaban de acuerdo: "La situación del PP es insostenible". De ahí que Rajoy se mueva. En la Justicia, con nombramientos que critican hasta jueces y fiscales. En el Parlamento, con el apoyo para los presupuestos de los nacionalismos vasco y canario, en vista de que el nacionalismo catalán renuncia al papel que desempeñó durante años.
De todos los conflictos que puedan darse en verano, ninguno preocupa más que el catalán. Rajoy ha apelado directamente al PSOE y Sánchez se compromete a preservar la soberanía, aunque propone la definición "plurinacional" de España. En las semanas que vienen, con los picos de calor más altos, la Generalitat pondrá fecha y pregunta para su referéndum –la CUP le exige que lo haga ya– y la ley de ruptura que ha tramitado en secreto llegará al Parlament en algún momento del verano. Puede incluso que en agosto. Ese será el momento crítico. El Ejecutivo no permitirá otro 9-N y el presidente ha agravado el tono de su discurso. Ha hablado de "dictadura" y sus ministros, de "golpe de estado". Puigdemont trató de vender en Madrid la imagen de cordialidad y diálogo ("no somos ningún suflé, ni una enfermedad, ni fruto de ningún trastorno emocional"), pero el fondo era el mismo: "O referéndum o referéndum".
Tenía la política española un triángulo con estos tres lados: Cataluña, el PSOE y la estabilidad del Gobierno. Rajoy ha cerrado en primavera los pactos que le dan la estabilidad parlamentaria pero siguen llegando noticias de los escándalos. La idea del PP es dejar para julio la comparecencia del presidente en la comisión de investigación sobre la financiación del partido y esperan que ocurra como con el pleno monográfico sobre Bárcenas, que fue un primero de agosto con media España de vacaciones. No parece que sea una estrategia muy elaborada esa de dejar que el verano pase y confiar en que el calor sea llevadero, aunque hasta el momento es la que le ha funcionado a Rajoy.