Integrar, sí, pero renovar y limpiar, también

¿Qué se estará preguntando Pedro Sánchez? ¿Les integro, les mimo, o mejor les mando a su casa, o incluso mucho más lejos, allá al infierno si es que existe? Las llamadas a la unidad, se supone que bienintencionadas, no son más que pura retórica si el ganador, o sea, Sánchez, por mucho que les duela a los notables más notables, no acierta a interpretar correctamente el voto que le ha llevado a la victoria.

Porque si le han gritado renovación para sentarle en Ferraz, debería poner en marcha toda una operación quirúrgica, de mayor o menor calado, él y su equipo tendrán que verlo cuando abran las tripas, para cumplir exactamente con el encargo de sus votantes: hay que renovar, cambiar, limpiar y tirar. Así que pise con cuidado las arenas movedizas, pero tampoco descuide la tarea que le han encomendado.

Pronto, en apenas un mes, se celebrará el gran Congreso del partido, y si antes no se han solucionado los desequilibrios, será ese un buen escaparate para ver qué decisión han tomado los perdedores y hasta dónde están dispuestos a engancharse al carro en la dirección señalada por el secretario general. Que ha de ser, tampoco lo olvide Sánchez, una andadura conjunta para llevar al PSOE a recuperar votos y presencia.

Otro día hablaremos de Puigdemont y aún otro de Podemos. ¡Se acumula el trabajo!