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Ocio y cultura

Sexo del jurásico

El editorial de Celia Blanco en 'Contigo dentro'

Parada nupcial, MUJA / Julián Jaén

Parada nupcial, MUJA

Madrid

Me van a perdonar porque esta noche voy a contarles algo muy personal. Ya sé que no a todos les gusta que les cuente mi vida, pero qué le vamos a hacer, esta noche toca. Serán solo los primeros tres minutos y espero de verdad poder acercarme a muchos de los que nos dejan esos mensajes diciéndonos que les cuesta hablar de sexo porque nunca se lo han mostrado de un modo natural. Yo he tenido un fin de semana muy especial. Celebré los 50 años de uno de los hombres más importantes de mi vida y no por ello esposo, familia, o amante. Yo, carne del Sur, vividora en la meseta, tiré para a Asturias hasta el Hotel de El Carmen, en Ribadesella. Un lugar que parece hecho para que te digan las verdades y te follen haciéndote sentir la mujer o el hombre más poderoso del mundo.

Te sientes tan poderosa como los dinosaurios que poblaron aquellas tierras y que dejaron sus huellas en nueve playas diferentes. Cuál sería mi sorpresa, cuando siguiendo el rastro de tanto poderío, llegué al Museo del Jurásico de Asturias, el MUJA, y descubrí la Parada Nupcial. ¿Han estado? ¡Deberían! Allí, rodeada de chiquillería, mayores y pequeños contemplamos los esqueletos de dos inmensos tyranosaurios fornicando. Sí, fornicando. El macho sobre ella; de espaldas, la hembra. En una misma postura muy similar a la que yo misma tuve la noche antes en el hotelito aquel de marras. Supuso una clase básica de paleontología en la que el sexo era algo natural y majestuoso.

Es más que probable que haya venido de este viaje con las pilas cargadísimas. Con más ganas de sexo, si cabe. Consciente de que no me queda otra que aprovechar bien todos y cada uno de los días que me quedan rodeada y apareada con quien yo elija. Pero tratando el sexo con la majestuosidad, elegancia y naturalidad con la que se muestra en ese museo del Jurásico.No saben cuánto agradezco haber estado rodeada de tanto sexo: el propio y el ajeno, para tomar conciencia de la necesidad de que tengamos una saludable información sexual que nos permita hablar de todo cuanto pueda pasar en nuestra cama con la misma facilidad con la que en ese museo muestran cómo era el sexo entre animales de seis toneladas. A mí me impresionó.

Ni uno solo de los niños se rió. Nadie protestó por el sexo explícito de la escena. Todos estábamos maravillados. Imaginen si nos contaran, así de bonito y de fácil, que la vida y el sexo son mucho mejores... Contigo Dentro.

 
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