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El jardín mejor guardado del Antiguo Egipto

Hablamos con el egiptólogo Nacho Ares sobre la importancia histórica del último gran hallazgo del 'Proyecto Djehuty'

Vista panorámica del jardín funerario descubierto por el 'Proyecto Djehuty'. / EGYPTIAN MINISTRY OF ANTIQUITIES (EFE)

Madrid

Tres metros de alto por dos de ancho. Un espacio tan reducido como trascendente. Es el primer jardín funerario descubierto, y lo ha hecho un grupo de arqueólogos españoles, los del Proyecto Djehuty.

El grupo de trabajo, dependiente del CSIC, tiene como objetivo la excavación, restauración y publicación de una zona de la necrópolis de la antigua Tebas, en la orilla occidental de Luxor. El hallazgo forma parte de la XVI campaña de excavaciones arqueológicas en esta zona, en la colina de Dra Abu el-Naga, en el área alrededor de las tumbas excavadas de la XVIII dinastía temprana de Djehuty y Hery (1500-1450 a.C.).

El gran hallazgo: una serie de semillas en perfecto estado de conservación para su estudio que arrojará luz sobre el conocimiento de la botánica en el Antiguo Egipto. La relevancia científica es incuestionable pero desde el punto de vista de la historia es un hallazgo sin precedentes: "Siempre tendemos a pensar que las representaciones en las tumbas  es algo real, que exsistía en nuestro plano, pero esto no es así; de hecho, el relieves de las tumbas sustituía en el mundo mágico al jardín real", explica Nacho Ares, egiptólogo. "Sin embargo, la virtud del descubrimiento del Proyecto de Djehuty es que este jardín existe de verdad", añade.

Al parecer, la tradición de construir este jardín se perdió por la influencia grecorromana a partir del siglo III antes de Cristo. Los estudiosos solo conocían de su existencia por pinturas y relieves en las tumbas de dinastías posteriores.

Además, el descubrimiento de las semillas "va a permitir no solo conocer qué tipo de plantas eran cultiuvadas en estos jardines, sino también el simbolismo y la magia que trascendía a través de ellas, a través de los colores, las formas, los nombres..." explica Ares. Así, la lechuga se relacionaba con Min, dios de la vida, o el Tamarisco (del que se ha encontrado un pequeños tronco) con Osiris, dios de la resurrección. La naturaleza de las semillas puede ser muy diversa, habrá que esperar un año para saberlo, nunca mejor dicho, a ciencia cierta.

 
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