Antes que desafiar hay que proponer

Barcelona

Antes que desafiar hay que proponer. Una moción de censura tiene sentido cuando un proyecto está al alza en credibilidad ante la opinión pública y el que gobierna vive en un desgaste lento, pero seguro. En estas circunstancias la moción de censura al presidente puede ser eficaz aun cuando no se den las condiciones parlamentarias para ganarla. El PSOE sabía que perdería la moción de censura contra UCD en 1980, pero le puso claramente en la vía del poder. Podemos está lejos de gozar de la credibilidad que tenían entonces los socialistas, y, en estas circunstancias, una moción de censura sin horizonte ganador a medio plazo es una vez más jugar a hacer política en vez de hacer política. ¿Para qué? ¿Para demostrar que el PSOE y Ciudadanos entre Rajoy y Podemos siempre escogerá Rajoy? ¿ Es que alguien lo duda?

En el PP se reconoce que se conocía que Ignacio González tenía cuenta en Suiza pero que se optó por no intervenir Se prefirió mirar a otra parte, antes que investigar unos indicios manifiestos de corrupción. ¿Quién tomó la decisión? ¿Quién es responsable de esta desidia? “Hay que esperar a que pase la tormenta”, es el mensaje de Rajoy a su partido, mientras los escándalos siguen en primera plana. Con este estado de espíritu se entiende perfectamente que ocurran cosas como la inhibición ante las cuentas de González. El problema para Rajoy es que no hay indicio alguno de que la tormenta amaine.

La investigación sitúa a Marta Ferrusola, en el centro del sistema de corrupción organizada de la familia Pujol. Se actualizan las palabras que esta señora pronunció el día que Maragall entró en el palacio de la Generalitat como presidente: “Nos han echado de casa”. Es decir, las instituciones del país como una finca particular. De ahí la sensación de impunidad que transmiten las noticias sobre los maniobras del clan Pujol. Es nuestra casa, todo nos está permitido.

A Trump le auparon sectores de las clases populares que se sentían abandonados y humillados. No tardarán en sufrir su error. Han pasado justo 100 días y ya ha quedado claro para quién trabaja Trump. Primero, compuso un gobierno de millonarios, sin apenas expertos ni gente con experiencia política, y ahora les obsequia con un enorme regalo fiscal que tendrá nefastas consecuencias para aquellos que veían en Trump su salvación. Las otras promesas se las ha llevado el viento. Como buen populista las hizo a conciencia de que nunca las cumpliría.