Que enseñe un pezón

Madrid

Una de las cosas que siempre me han llamado la atención de la relación de los medios de comunicación tradicionales con las redes sociales, que como sabemos es una relación explosiva, es la incapacidad de gestionar el crimen. Ocurría con los asesinatos del ISIS, ocurre a menudo con asesinatos dispersos en todo el mundo. El caso de Steve Stephens. Cuando un asesino anuncia en Facebook que quiere matar, y el asesino mata, y lo deja todo grabado y subido a su cuenta, la noticia debería de seguir siendo el asesinato. Pero ese asesinato sólo ocupará sitio en los medios de todo el mundo si el propio asesino pide que sea.

Al subirlo a Facebook se entiende que quiere llegar a todos sus contactos, es decir que su crimen tenga un efecto propagandístico. Lo que hacemos nosotros, lo que estoy haciendo yo ahora mismo, es retuitearlo, es replicarlo: es conseguir que su mensaje llegue a todo el mundo. El asesinato de un hombre anónimo en Estados Unidos no es noticia en España. Nosotros no estamos hablando de este crimen porque la víctima sea conocida, sino porque el asesino ha querido serlo, y le hemos concedido el deseo. Facebook convierte al criminal anónimo en famoso, y por tanto su asesinato tiene los quince minutos de fama mundial que demandaba Andy Warhol. Por eso digo que es difícil de gestionar esta relación de los medios con las redes, porque yo no sabría qué hacer en el caso de tener responsabilidades. Porque la cuestión es bastante clara y perturbadora: la noticia no es que un hombre apriete el gatillo contra otro, sino que lo haya contado en Facebook.

Facebook, por cierto, ha perdido perdón y ha dicho que tratará de revisar ese protocolo. Una opción que puede manejar Facebook es pedir a los asesinos potenciales que cuando anuncien sus crímenes enseñen un pezón, y así su cuenta será eliminada automáticamente.