Muerte y resurrección de placer
El editorial de Celia Blanco en 'Contigo Dentro'
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Getty Images
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Madrid
Los franceses, que son siempre tan exquisitos para manifestar sus estados del alma, llaman la petit morte al orgasmo. No a esos orgasmos cualquiera, sino a los gloriosos momentos en los que nos dejamos vencer por el placer más absoluto, liberándonos de cualquier atadura. Nos conquista el hedonismo y perfeccionamos el onanismo, nos quedamos sin respiración, perdemos la conciencia y la consciencia y nos permitimos disfrutar y gozar por encima de nuestras posibilidades.
Ojalá el sexo esté incluido en mi vida hasta el último de los días que me sean concedidos. Si me dan a elegir, sería una buena manera dejar de existir disfrutando hasta el final porque ya no habrá un mañana. Haré lo posible por alargar ese último instante y mientras me quede un único hálito de vida, lo invertiré en esa gozar esa muerte. Hasta que llegue el día de la definitiva, resucitaré de todas y cada una de las que me sean provocadas por el absoluto placer y deleite que me reporte mi entrepierna al juntarla con ajenas: "A fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también andemos en vida nueva". Capítulo 6 del libro de los Romanos, versículo 4.
Vida nueva, sí, vida en la que mezclamos felicidad y placer. Que llegue la muerte cuando tenga que llegar, que hasta que llegue sean todas pequeñas muertes acontecidas por el placer. Que la vida y el sexo puedan ser mucho mejores porque siempre serán... Contigo dentro.