Somos diversos y queremos serlo
El editorial de Celia Blanco en 'Contigo dentro'
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Getty Images
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El 74% de la población rusa rechaza la homosexualidad. Consideran que salirse de los parámetros de la heterosexualidad más normativa, del heteropatriarcado más acuciante, no solo es una perversión. Además, debe ser castigado.
En Rusia, se paga caro salirse de la norma heterosexual. Muy caro.
Tan caro como para que a primeros de mes, un centenar de hombres fueron detenidos en la República autónoma rusa de Chechenia por su "orientación sexual no tradicional", la jerga cruel y legislativa, que permitió que fueran retenidos, apaleados, torturados y se cree que tres de ellos fueron ejecutados. Algunos fueron liberados al no encontrarse pruebas suficientes de su homosexualidad porque en Rusia se puede no ser heterosexual siempre y cuando no se dé muestras de ello.
Es decir, siempre que se viva la sexualidad no tradicional en la más absoluta clandestinidad. Te pueden detener por besar a tu pareja si es de tu mismo sexo. O por que exhibas una bandera arcoiris. Imaginen de lo que son capaces si tienen pruebas de que eres una persona transexual.
Chechenia es regida autocráticamente por el presidente Ramzán Ajmátovich Kadýrov, a quien se le imputan graves violaciones de derechos humanos. En ese país, donde predomina la religión musulmana, ninguna orientación sexual o identidad de género que se aleje de la heteronormatividad tradicional es tolerada. Esta solo parece ser la penúltima. Antes se plantearon prohibir la película La Bella y la Bestia de la factoría Disney por la aparición de un personaje homosexual.
La Unión Europea (EU) ha instado a que se investiguen los hechos. Pero las autoridades rusas, como acostumbran, vuelven a pasarse por el arco del triunfo todas las críticas e investigaciones. En 2013, el gobierno de Vladimir Putin impulsó y logró aprobar una ley que prohíbe "la propaganda de relaciones sexuales no tradicionales". Ser homosexual, lesbiana, bisexual, transexual o intersexual se paga muy caro en el país más extenso del mundo. Con más de 146 millones de habitantes, es absolutamente imposible que no se den sexualidades diversas.
Igual de imposible que es imponer a quién amar y quién ser. Todos tenemos derecho a ser la persona que realmente somos y aún más, todos tenemos derecho a vivir en paz con los demás y con nosotros mismos. Somos y queremos ser diversos.