Suena de maravilla

En todo el mundo se aprecia cada día más la separación entre el voto de las grandes capitales y el del mundo rural o de ciudades pequeñas. En el Brexit, fue Londres la que marcó la diferencia, con un voto clarísimo a favor de permanecer dentro de la Unión Europea. En Nueva York, Hillary Clinton ganó a Donald Trump por 60% contra 36%. Ayer, fue Amsterdam la que rechazó claramente al líder de la extrema derecha, Geert Wilders, y la que dio nueva vida a un pequeño partido que se llama Izquierda Verde, cuyo dirigente, Jesse Klaver, se convirtió en la estrella de la jornada, al pasar de 4 a 14 escaños.

La verdad es que la tendencia progresista de las grandes ciudades no es una novedad: Hitler nunca consiguió ganar en Berlín, ni atraer el voto de los suburbios pobres ni de los obreros sindicados.

En fin, volvamos al presente y al nuevo y atractivo político que se ha convertido, casi, en el portavoz de la izquierda holandesa ante el hundimiento del Partido Socialista. Klaver tiene 30 años, es hijo de un emigrante marroquí y de una mujer de familia indonesia y es diputado desde los 24, es decir es un político muy precoz.

Ayer, mientras que el ganador de las elecciones, el conservador Mark Rutte, hablaba de parar “un tipo equivocado de populismo”, dando a entender que existen populismos aceptables, Jesse Klaver pidió, en cambio, enfrentarse a todos ellos. “Podemos pararles. Se lo digo a todos mis amigos de la izquierda europea: amigos, pueden ustedes pararles, si se mantienen en sus ideas y las defienden con claridad. Defiendan a Europa, defiendan a los refugiados”.

Cuando faltan pocos días para cumplir el 60 aniversario de la creación de la Comunidad Europea y un mes escaso para las peligrosas elecciones francesas, suena de maravilla.

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