Pecado y depravación mal dibujados
Recuerden siempre, siempre, siempre, que lo mejor de la Tana no es su envoltorio. Solo faltaba que se limitara solo a una cuestión de físico.

Milo Manara

Madrid
Me crié leyendo los cómics de Milo Manara, aspirando a convertirme en uno de sus personajes femeninos. Mujeres de rotundas formas capaces de encerrar entre sus piernas a quien desean. Mujeres que no temen al sexo por mucho que no sea el convencional. Hembras de carácter. Féminas pétreas. Damas tan de verdad como yo pretendo serlo.
Todo esto viene a cuento porque esta semana he cumplido uno de mis sueños. Pequé de pensamiento, palabra y omisión. Cumplí con los mismísimos infiernos a los que espero estar condenada. Confesé mis calenturientos propósitos y encima, lo hice orgullosa: me gusta el porno, los hombres que no hacen preguntas cuyas respuestas no son capaces de escuchar y espero pasar el resto de mi vida con el que ya no tiene edad para andarse con estrategias.
Peor por favor, imaginen que Milo Manara me dibujó...
Qué lástima que a esa catarsis de éxtasis absoluto de pecado y depravación no invitáramos al único capaz de dibujarme. Otra vez será, señores. Habría sido delicioso comprobar el resultado.