Carmena, la jueza

Madrid

Discrepar es una de las actitudes más difíciles, más inéditas y más valientes. Decir que no cuando todos a tu alrededor dicen que sí. No es la primera vez que la alcaldesa de Madrid se desmarca de su grupo de manera tan ruidosa. En la primera, a mi juicio, metió la pata porque se precipitó: fue cuando se mostró inmisericorde con aquellos titiriteros de los que luego, con más información, supimos que no habían cometido ningún delito.

Esta vez me parece que sabe más por jueza que por alcaldesa, y en concreto más por jueza que por integrante de la candidatura de Ahora Madrid. Porque quien haya echado un vistazo a las sentencias de Venezuela sabe que eso en general es un macrocirco dispuesto a enjuagarle la democracia al Gobierno de Maduro. Hay sentencias aberrantes, no hay por dónde cogerlas. Así que, que una jueza permanezca indiferente ante eso sería bastante preocupante.

Sobre si la decisión de la alcaldesa genera algún problema de importancia dentro del Gobierno municipal, hay que destacar varias cosas. En primer lugar, se rompe la disciplina de grupo de una formación que es una confluencia, que está construida en torno a muchas voluntades diferentes. Por tanto, no creo que el voto de la alcaldesa de Madrid vaya a desatar ninguna crisis, sobre todo porque no afecta a la gobernabilidad. Y en cuanto a tensiones ideológicas, ésas ya vienen de antiguo y no son ninguna novedad.