Cuando la justicia echa sal en las heridas

Madrid

Qué mal, qué tristeza y qué sensación de impotencia tener que dar otra vuelta más, como a un filete reseco, a esta Justicia que nos hace sufrir tanto y tanto, que a unos acaricia y a otros castiga sin piedad.

Y siempre enfangados todos en la viscosa corrupción que ha devorado a este país, desde políticos de todos los partidos –y ahí están las tarjetas black para demostrarlo, sin dudar de que el PP se ha ganado encabezar el podio con holgura- a empresarios variados, amén de guardar, no faltaría más, otro lugar de honor a una larga nómina de banqueros o bancarios que durante demasiados años han hecho lo que les ha dado la gana con una impunidad pornográfica. Y ahora, después de todo este castigo, llega la Justicia y no solo no es el lenitivo del dolor que esperábamos, como el Okal, sino que en demasiadas ocasiones se nos hace noticia por echar más sal a las heridas de una ciudadanía cargada de razón para sufrir una piel en exceso sensible.

¿Qué debe hacer el respetable, llorar, gritar o encogerse impotente de hombros después de ver el bochornoso espectáculo de un Gobierno que maneja la fiscalía general como si fuera su cortijo?, ¿y dejar que se presione a los fiscales más independientes?, ¿y permitir a los ex duques que se rasquen la barriga en Suiza?