La izquierda desunida nunca gobernará

Barcelona

La alineación de las primarias del PSOE se perfila: a la derecha, Susana Díaz, en el centro, Patxi López, a la izquierda Pedro Sánchez. ¿No dispone el PSOE de candidatos mejores y menos gastados? En democracia los derrocamientos son feos, y Pedro Sánchez, que parecía liquidado, reaparece como víctima del establecimiento socialista. Y lo hace buscando la complicidad de los sindicatos y de Podemos. Gianni Pittella, líder de los socialistas europeos, lo tiene claro: “Los militantes socialistas quieren partidos más progresistas”, dice en el País. Y Portugal demuestra que las alianzas de izquierdas son posibles. Lo que es seguro es que la izquierda desunida nunca gobernará.

“No es lo mismo meter la pata que meter la mano”, dicen en el PP a propósito del presidente murciano Sánchez. Cierto, pero también se puede meter la para que otros metan la mano. La corrupción sigue en primera línea informativa y los reflejos políticos no mejoran: primero, se reacciona a la defensiva, y después a esperar que escampe. La canción de nunca acabar. Con Sánchez imputado y sin dimitir, los pactos de gobierno de Ciudadanos con el PP amenazan ruina por pérdida de credibilidad. De que sirven, si no se cumplen.

La venganza de Trump contra los jueces por frenar su moratoria de visados la pagarán los once millones de inmigrantes indocumentados que hay en Estados Unidos. 15.000 policías para perseguirles y echarles. Y todo para fidelizar el resentimiento del electorado que le llevó a la Casa Blanca. No se puede gobernar desde el sadismo.