El que gana, arrasa
Josep Ramoneda opina sobre los primeros movimientos de Pablo Iglesias tras Vistalegre II y la sentencia de Nóos
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El dietario de Ramoneda: El que gana, arrasa
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Barcelona
Cumpliendo el principio político que dice que el que gana, arrasa, Pablo Iglesias ha tardado una semana en poner a los suyos al mando y desplazar a sus adversarios. E incluso se ha permitido el magnánimo gesto de perdonar la vida a Íñigo Errejón, ofreciéndole la candidatura a la Comunidad de Madrid. Iglesias se aplica el derecho a la excepción del todopoderso, porque anticipa una decisión que corresponde a unas primarias, demostrando así que él tiene la última palabra. La confirmación de Iglesias con autoridad reforzada debería servir para consolidar el partido. Pero no deja de ser curioso que, según las primeras encuestas conocidas, los electores en general y los votantes de Podemos en particular coincidan en un diagnóstico: Podemos ha salido debilitado de Vistaalegre, Pablo Iglesias ha salido reforzado. Interesante paradoja, que obligará al líder a afinar mucho. Próxima etapa: las relaciones con los socios y las organizaciones territoriales. Cataluña, Andalucía y Galicia, tienen mucho que decir.
Resaca de la sentencia sobre el caso Noos. A la monarquía la hundirán sus aduladores. Las glosas a la igualdad de los españoles ante la ley y a la exculpación con todos los pronunciamientos favorables de la Infanta, y el alivio indisimulado entre los que mandan, ha despertado mayor irritación que el inacabable espectáculo de tan larga instrucción. El cuento machista de la mujer tonta y cegada por el enamoramiento, ha tenido recorrido judicial, pero socialmente no deja de ser una vergüenza.
“Somos solitarios permanentemente conectados”, le decía Zygmunt Baumann a Jordi Evole. Sin embargo, no hace falta llegar a la era digital para alcanzar esta conclusión. La contradicción la llevamos puesta. Ya Emmanuel Kant nos había dicho que lo que caracteriza a los humanos es su insociable sociabilidad. Nos cuesta estar con los demás pero no podemos prescindir de ellos. La novedad es que ahora conectamos con los otros sin rozarnos. Peligro.