"Un millonario torturado y una virginidad mal entendida"

Madrid

Qué suerte tengo de que me quieran bien. De que me mimen y me cuiden. De que me dejen hacer aun cuando me equivoco y de que me corrijan sin humillarme, enseñándome hacer. Qué suerte tengo de que aun cuando quiero otro sexo, ese que no es tan convencional, encuentro quien me haga partícipe sin que pueda entrar nada más que lo que ambos decidamos. Lo que ambos queramos, lo que a ambos nos excite, aprendiendo a querernos de otra forma, puede que menos ortodoxa, pero respetando nuestras propias normas. Esas que establecemos los implicados. Ni mucho menos los que están aquí, al lado.

Me da por hablar de estas cosas porque vengo de una charla coloquio de la asociación BDSMK. NO sé si la conocen. Alguna vez hemos hablado de ellos en este programa porque son el punto de encuentro de los que se sienten atraídos por el sadomasoquismo y no saben muy bien por dónde empezar. O sí lo saben pero lo que quieren es encontrarse y hablar de ello.

La charla de esta tarde iba sobre malos tratos. Sobre todo lo que no es el bondage ni el sadomasoquismo pero que ha calado hondo porque han sabido ponerle un tipo guapo y millonario, una mujer virgen e inexperta y se ha vendido como el resurgir de la liberación sexual porque, ¡hay que joderse!, qué poco sabemos de sexo si consideramos que el envoltorio puede ser suficiente para quedarnos con el interior de quien no nos cuida ni nos quiere.

Lo que hace falta es educación sexual. Hace falta dejar de juzgar. Hace falta respetar a los demás y hace falta que no puedan vendernos cualquier mierda solo por que nos la adornen con una buena banda sonora, un tipo millonario torturado y una virginidad mal entendida.

Sepamos de una vez qué es lo que merece la pena y qué es fruto del marketing. Aunque solo sea para disfrutarlo, sea lo que sea, solo en su justa proporción. Que a mí, como a cualquiera, también me gusta comer palomitas viendo películas que ni siquiera son buenas...

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