Perdemos todos
Que acabe en los tribunales un problema político es un fracaso para todos y se equivoca enormemente quien piense sacar algún rédito. Ni los tribunales harán nunca el trabajo que corresponde a la política, ni la calle sirve de escudo humano para saltarse la legalidad.
La opinión de Pepa Bueno: 'Perdemos todos'
03:03
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Madrid
Hoy comienza el juicio a Artur Mas por desobediencia grave y prevaricación en la organización de la consulta del 9 de noviembre del 2014, que había sido suspendida por el Tribunal Constitucional. Junto a él, en el banquillo de los acusados, se van a sentar dos de las consejeras de su gobierno de entonces, la vicepresidenta Joana Ortega y la consejera de Educación Irene Rigau. Para los tres se piden penas de inhabilitación.
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Es la primera vez que en España se celebra un juicio de estas características y llega en plena cuenta atrás para la enésima meta volante que el independentismo se ha marcado en los últimos años. Si en 2014 se hablaba de consulta, ahora se habla de referéndum y ahora con fecha: algunos dicen que para antes del verano. El independentismo ha convocado para hoy una gran concentración popular en la calle, mientras desde el gobierno central se pone el acento en que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña pueda hacer su trabajo con tranquilidad, la esperable por otra parte en un Estado de Derecho.
Que acabe en los tribunales un problema político es un fracaso para todos y se equivoca enormemente quien piense sacar algún rédito. Ni los tribunales harán nunca el trabajo que corresponde a la política, ni la calle sirve de escudo humano para saltarse la legalidad. Porque la Ley es y sigue siendo -quizá en este momento más que nunca- condición imprescindible para la democracia.
