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LO QUE EL CINE NOS DEJÓ

Recordando a Debbie Reynolds

Semana trágica para el cine y en especial para la familia Reynolds-Fisher. Un día después de la muerte de Carrie Fisher nos llegaba la noticia de la muerte de su madre, Debbie Reynolds, una de las grandes del cine musical clásico.

Recordando a Debbie Reynolds

Recordando a Debbie Reynolds

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Madrid

Debbie Reynolds llegó al cine por pura casualidad. La culpa de todo la tuvo un pañuelo de seda del que se había encaprichado. Era el regalo que prometían a todas las participantes del concurso de belleza de Burbank, la localidad del condado de Los Ángeles donde ella vivía. La chica tenía por entonces 16 años, se llamaba Mary Francis Reynolds y deseosa de llevarse el pañuelo decidió presentarse al certamen. No ganó el concurso pero entre el público asistente había un cazatalentos de la Metro que le echó el ojo. Así que esa tarde volvió a casa con el pañuelo, sí, pero también con un contrato con el mayor estudio cinematográfico de la época.

En 1948 la hicieron debutar con un papel minúsculo en la película “La novia de Junio”, protagonizada por Bette Davis, pero la primera vez en la que la chica pudo destacar fue “Three little words”, un musical de Fred Astaire del año 1950 por el que fue nominada al Globo de Oro como mejor actriz emergente. Al año siguiente llegó su gran oportunidad. Un día estaba en el comedor del estudio cuando apareció el chico de los recados gritando su nombre. “Me llamaron al despacho de Louis B. Mayer” –explicaba la actriz– “Yo era una niña y fui corriendo a su oficina muerta de miedo. Y me dijo: “Debbie quiero que actúes en Cantando bajo la lluvia”. Yo le dije que por supuesto. “Es con Gene Kelly” me advirtió y yo asustada le contesté que no sabía bailar. Pero me dijo: “Bailarás”.

Debbie Reynolds y Gene Kelly

La verdad es que Gene Kelly se puso furioso cuando se enteró de que su partener no sabía bailar y fue Fred Astaire el que le apaciguó prometiéndole que él le enseñaría a la joven los pasos fundamentales antes de que el propio Gene tuviera que hacerse cargo de ella. “Gene Kelly era un gran profesor, muy exigente, muy duro” –recordaba la actriz en una entrevista– “No me iba ni a casa, prácticamente dormía en el estudio y trabajé como una loca para estar a la altura de Gene Kelly y Donald O’Connor. Tardamos un año y medio en hacer la película pero para mí bailar con esos dos caballeros fue un gran reto. Y estoy orgullosa porque hice un buen trabajo.” Es cierto que lo hizo y Debbie puso también su granito de arena para que “Cantando bajo la lluvia” acabara siendo una de las mejores películas de todos los tiempos.

En los años siguientes Debbie Reynolds se convirtió en una gran estrella. Rodó numerosas comedias y musicales como “Tres chicas con suerte”, “Los líos de Susana”, “El solterón y el amor”… En la mayoría de estas películas daba vida a una chica divertida, encantadora y algo cándida. Uno de sus mayores éxitos fue “Tammy, la muchacha salvaje” de 1957 en la que cantaba el que acabaría siendo el mayor éxito de su carrera discográfica.

A finales de los años 50 Debbie Reynolds estaba considerada una de las novias de América, una actriz muy querida por el público. Un cariño que se acrecentó cuando fue abandonada por su marido, el cantante Eddie Fisher, con el que había tenido a su hija Carrie. Para más INRI Eddie la dejó por la que hasta entonces había sido su mejor amiga: Elizabeth Taylor.

Liz Taylor, Eddie Fisher y Debbie Reynolds

En los años 60 Debbie Reynols intentó despegarse un poco de la imagen algo mojigata que se tenía de ella y rodó películas más dramáticas, como “Perdidos en la gran ciudad” en la que daba a una bailarina de vida difícil. También participó en el western “La conquista del oeste” y consiguió la única nominación al Oscar de su carrera por “Molly Brown, siempre a flote”, un musical de gran éxito en Estados Unidos. Pero también tuvo algunas decepciones. Luchó a muerte por hacerse con el papel protagonista de “Sonrisas y lágrimas” pero los productores escogieron a Julie Andrews. Quizá como desquite protagonizó “Dominique”, basada en la historia real de una monja cantante belga que se convirtió en otro de los mayores éxitos de su carrera.

En 1970 sorprendió a todos con una película de terror psicológico titulada “¿Qué le pasa a Helen?” Pero para entonces Debbie Reynolds ya había decidido alejarse bastante de la gran pantalla. La razón era que la actriz pensaba que el cine había cambiado demasiado para ella y muchos de los guiones que le llegaban exigían escenas de sexo y de desnudo que no estaba dispuesta a aceptar.

Debbie Reynolds

La actriz hizo su debut en Broadway en 1973, ofreció espectáculos en Las Vegas, se dedicó a intervenir en series de televisión e incluso tuvo su propio programa televisivo un año, al cabo del cual ella mismo lo canceló porque no consentía que el patrocinador fuera una marca de tabaco. En el cine siguió actuando esporádicamente. Pudimos verla por ejemplo en “El cielo y la tierra” de Oliver Stone o haciendo de madre de Kevin Kline en “In and out”. Su último papel lo interpretó en 2013 junto a Michael Douglas en “Behind the Candelabra”, la película sobre el showman Liberace que Steven Soderberg dirigió para televisión.

Behind the Candelabra

Pero este reportaje no estaría completo si no habláramos de otra faceta muy importante en la vida de Debbie Reynols: “Cuando entré a formar parte del estudio la Metro celebraba su 25 aniversario y organizó el mayor banquete de estrellas que jamás se haya visto.” –contaba– Yo estaba alucinada. Por entonces el lema del estudio era “Más estrellas que en el cielo” y pude comprobar que no bromeaban”. De aquella fascinación que sintió al ver tantas estrellas reunidas surgió una afición que mantuvo durante toda su vida, la de coleccionista de recuerdos cinematográficos.

Debbie Reynolds y su colección

En su colección había más de 5.000 piezas y no objetos cualquiera: El traje blanco de Marilyn en la escena de la rejilla del metro de “La tentación vive arriba”, el bombín de Charlot, la túnica de Charlton Heston en “Ben Hur”, la guitarra de Julie Andrews en “Sonrisas y lágrimas”, una peluca rizada de Harpo Marx, la corona de Liz Taylor en “Cleopatra” o los chapines de rubíes de Judy Garldand en “El mago de Oz”.

Recuerdos de El mago de Oz

Muchos de estos objetos se los regalaban las propias estrellas; otros los compraba. Cuando la Metro y la Fox subastaron parte de sus fondos en los años 70 Debbie Reynolds se hizo con miles de ellos. La actriz creó su propio museo en el casino que abrió en Las Vegas su tercer marido, Richard Hamett, pero fue imposible mantenerlo porque resultaba muy caro. Intentó llegar a un acuerdo con la Academia de cine de Hollywood para crear otro museo pero no fueron receptivos así que finalmente puso a subasta la mayor parte de la colección. Solo por el vestido de Marilyn Monroe pagaron cinco millones y medio de dólares.

Debbie Reynolds y Carrie Fisher

La muerte de Debbie Reynolds nos ha llegado por sorpresa. Estaba organizando los preparativos del funeral de su hija Carrie Fisher junto a su hijo Todd cuando sufrió un derrame cerebral. Con una carrera artística de más de seis décadas Debbie Reynols ha sido y será siembre una de las grandes, una de las pocas estrellas que nos quedaban del Hollywood clásico.

Antonio Martínez

Antonio Martínez

Lleva más de 30 años en la SER hablando de cine y de música. Primero en 'El cine de Lo que yo te diga',...

 
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