Feliz Navidad, José de Granada

Madrid

 Déjenme por favor, agradecerle a José, un oyente de Granada la extensa carta que me ha mandado. Carta manuscrita, lo cual tiene aún más mérito en estos tiempos de correos electrónicos y mensajes en 140 caracteres. 4 folios, uno detrás de otro. En ella me asegura que nos escucha todas las semanas y que para él el sexo es maravilloso. Compartimos con usted, José, esta apreciación porque lo es: El sexo es algo fabuloso...

Sin embargo José también me recrimina mucho. Dice que no entiende que hablemos con tanta libertad del sexo, teniendo en cuenta que muchos niños podrían estar escuchándonos, sobre todo en vacaciones, como es ahora el caso. Sostiene además que yo no quiero barreras para el sexo y que si por mí fuera, la gente follaría por la calle y los hombres restregarían sus penes contra nosotras nada más entrar al Metro.

No, José. En este programa no queremos nada de eso. ¡Y mucho menos yo! La libertad que usted esgrime entra en confrontación con la libertad en la que creemos. Eso se llama acoso; y eso es punible. Es decir, merece castigarse. Le aseguro que si cualquiera restregara su polla contra mis piernas en el Metro, tal y como dice en su carta, lo más probable es que yo lo denunciara ante la policía. Entiendo sin embargo que, efectivamente, este programa no es el más correcto para los niños. Quizás por eso ahora mismo en la una y treinta y cinco minutos de la madrugada y siempre empezamos a estas horas tan nocturnas. Quizás usted tendría que preocuparse de que sus hijos menores no escucharan el programa, sino que durmieran. Quizás, debería educarlos como corresponde y no dejar ese trabajo tan importante a los demás. José, yo tengo un hijo. Y le aseguro que por mucho que le guste que su madre esté hablando ahora mismo en la radio, sabe que habla de sexo y le hemos enseñado que esta conversación, en este tono, es cosa de adultos. Mi hijo duerme desde hace horas. Su padre se encarga de ello.

Dice José también que por qué siempre despido el programa hablando de cómo me gustan los hombres. Que se siente desplazado al no ser ni tan grande ni tan empotrador como efectivamente, yo recreo. Siento José no ubicarlo a usted en mi paradigma de hombre deseado por mí. Única y exclusivamente por mí. Aunque estoy segura de que otras muchas personas lo desearán y querrán estar con usted. Que usted no forme parte de mi grupo no quiere decir absolutamente nada; simplemente que es probable que usted y yo no nos acostemos nunca. Sus amantes son tan personales e intransferibles como lo son los míos. Y estese tranquilo, José. No tengo la más mínima intención de invitarlo a ninguna orgía. No se me ocurriría por nada del mundo.

Gracias José de Granada por escribirme. Incluso gracias por describirme cómo le gustan los pubis femeninos de rasurados y de frondosos. Es una información que, sinceramente, no necesitaba. Pero si usted se ha quedado más a gusto, me parece bien. Respondo a esta carta hoy que tengo esta voz, discúlpeme José. Siento dirigirme a usted justo cuando no voy a evocarle todo lo que me describe que le provoco con mi voz habitual. No sé si soy tan bella y hermosa, ni siquiera puedo asegurarle que esté tan "jamona" (esa es la palabra que utiliza). Y le aseguro que respeto, mimo y cuido la sexualidad tanto como usted me exige. Solo que yo no juzgo, como hace usted en su carta, a los no siguen mis parámetros. Y por supuesto no le digo a nadie que eduque a mi hijo. Sólo faltaba.

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Feliz Navidad, también para usted, José de Granada.